Otra de mis paradas en el estado de Jalisco fue el “Lugar de tierra de color”, es decir, Tapalpa. A unos 120 kilómetros de la ciudad de Guadalajara, este pueblo mágico pintado de blanco y rojo quemado tiene particular encanto. Primero, hay que ir a comer su famoso borrego al pastor y pasear por su plaza principal. El lugar se caracteriza, principalmente, por su tranquilidad, es decir, no es un pueblo al cual ir a buscar fiesta, todo lo contrario. Sin embargo, su atmósfera pueblerina que parece sacada de una película hace querer quedarse por lo menos un par de noches a disfrutar de unos buenos tequilas acompañados de conversaciones amenas. Y para pasar la noche, Hotel Casona de Manzano, una hotelito encantador que tiene todas las ventajas de un resort pequeño: trato cálido, habitaciones con encanto propio y ubicación inigualable.
Otro de los encantos particulares de este pueblo está en sus pilas de agua. Así es, la gente de este lugar sigue con la costumbre a usar las tradicionales pilas de agua para abastecerse en cantidades menores, de ahí que todavía conserven la de las Culebras, la del Perro, la del Tecolote y La Colorada.
Para rematar tu recorrido por el estado de Jalisco: Tequila. Este pueblo mágico tiene la ventaja de atraer simplemente por su nombre. Rodeado de agaves de tonos azul, La Cofradía es un sitio obligado por tres razones: la primera, aquí podrás tomar tequila de barrica, ya sea reposado, añejo o blanco y aprenderás uno que otro dicho como el que dice que “el tequila blanco es para el conocedor; el reposado para el que le gusta tomar y el añejo para el %&$%& que lo puede pagar”. La segunda, podrás hospedarte en una de sus cuatro habitaciones: Cofrades, Cofradía, Casa Noble o Mayahuel. La tercera: podrás hacer un recorrido y ver con tus propios ojos cómo es que se jima un agave y cómo se hace la bebida más famosa de nuestro país.

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