2×1: La reina pornstar
Por:
Jafet Gallardo
18 Sep 2013
El clítoris en la garganta Hasta la aparición de de Garganta profunda en 1972 la pornografía había estado flotando en […]
El clítoris en la garganta
Hasta la aparición de de Garganta profunda en 1972 la pornografía había estado flotando en el limbo de lo disfrutable pero no permitido. Cientos de materiales se habían filmado y proyectado en desvencijadas salas de cine de barrio reservadas para pervertidos y solitarios que buscaban en la oscuridad disfrutar de los cuerpos desnudos. Es gracias a esta peculiar cinta que la porno toma un lugar privilegiado dentro de la cultura pop. La cinta de inmediato fue un trancazo en la taquilla y volvió glamuroso el mundo de la pornografía.
Es poco probable que a estas alturas de la vida alguien no sepa de qué trata la cinta porque se ha vuelto parte integrante de nuestra cultura; incluso el informante secreto del caso Watergate tiene justo ese nombre, al igual que el personaje misterioso en los Expediente secretos X.
La cinta nos cuenta el conflicto de una chica que parece no llegar al orgasmo de ninguna forma hasta que un “doctor”, –previa felación– le dice que su problema es que tiene el clítoris en la garganta: asunto resuelto, debe practicar el sexo oral hasta que tenga un orgasmo. Claro, todo con una narrativa salpicada de un humor contagioso, de ingeniosas imágenes que nos muestran el momento en que la protagonista llega al climax.
El éxito de la cinta fue de boca en boca hasta que acabo volviendo a su protagonista, Linda Lovelace, un personaje requerido en noticeros y programas de variedades.
En el principio fue Chuck
Linda Lovelace conoció a Chuck Traynor, a la postre su esposo y explotador, justo después de un accidente de tráfico. Ella, perteneciente a una dura familia religiosa pronto vio en Traynor un escape a su subyugante vida. Chuck, un delincuente de poca monta que vivía de pequeñas estafas y robos encontró en ella la mina de oro que le daría la vida que siempre había deseado. Pronto comenzó a prostituirla y a filmar cortos pornográficos en super 8. Uno de estos videos llegó a manos del director italoamericano Gerard Damiano quien la invitó a protagonizar la película que la haría famosa.
En plena ebullición del feminismo militante en Estados Unidos y con la derecha bastante enojada por el furor que causaba la pornografía en las clases medias, Lovelace se vio en medio de dos fuegos. Parte del equipo de filmación de Garganta profunda fue perseguido por la justicia norteamericana y ella convencida de volverse feminista y comenzar una cruzada contra la industria del cine para adultos. Con ayuda de un escritor fantasma realiza y publica su biografía Ordel donde se desdice de muchas declaraciones previas, como que su vida era un infierno hasta que llegó la filmación de su opus magnum.
Linda Lovelace sería utilizada por las feministas radicales y por la extrema derecha norteamericana para intentar demostrar que la pornografía es un nido de mafiosos y que todas las mujeres que participan en ella son violentadas y obligadas a trabajar ahí. Linda llegaría decir que cada vez que alguien ve esa película es como si la estuvieran violando porque fue obligada a punta de pistola. Nada más alejado de la realidad. Al final de su vida, Linda acabaría renegando de su militancia feminista radical y posando desnuda para una revista para caballeros poco antes de morir en otro accidente de tráfico.
Lovelace
La cinta biográfica, Lovelace, basada en su libro Ordel, trata de mostrarnos el drama de una chica de casa que se mete con el hombre equivocado, el cual abusa física y psicológicamente de ella. La cinta recrea, con pocos recursos, el momento histórico de manera convincente. Pese a que la mayoría de las actuaciones son aceptables la de Amanda Seyfried, tomando en cuenta la buena caracterización, siempre está por debajo del nivel de los demás. No importa si es violada, golpeada o cubierta de aplausos, siempre tendrá un rostro con una inexpresividad desesperante.
La película va de manera ordenada contando los acontecimientos, intercalando sesiones de polígrafo para que constatemos que lo que ella dice es verdad, como anticipándose a las reacciones contrarias a su testimonio. Sin embargo, la cinta acaba siendo más una fábula moral sobre la comunicación en la familia que un descenso al mundo del cine para adultos o el reflejo de una mujer que cambió la forma de ver la pornografía. A ratos parece que los directores Rob Epstein y Jeffrey Friedman estaban más preocupados por aleccionar que por hacer cine.
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Lovelace se estrena este viernes en cines de todo el país.
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