Atlante y Necaxa | La vida sin mi equipo de primera

El balón ofrece historias de cariño, éxtasis, tristeza y anhelo. Pero ¿qué pasa cuando el equipo de tu adoración cae a la Liga de Ascenso? Te contamos cómo se vive (y se sufre) la pasión futbolera de dos clubes históricos en el descenso: Atlante y Necaxa.
Por Adán Medellín (@adan_medellin)
Ilustración de TERRAZAS
Germán Mixcoac atesora 170 playeras del Atlante, equipo al que sigue desde 1982, cuando “en el mundial de España me llamaron la atención varios jugadores, entre ellos el polaco Grzegorz Lato, que ese año vino al club”. Sus mejores recuerdos son los dos campeonatos de los Potros en 1993 y 2007, una escuadra con leyendas como Félix Fernández, Raúl Gutiérrez, Luis Miguel Salvador o Miguel Herrera.
La historia de Germán se entrama con la del monero futbolero y director del Museo de la Caricatura Juan Terrazas, quien también inició su afición en 1982 cuando su padre lo llevaba al entonces Estadio Azulgrana. Terrazas sabe de memoria la alineación atlantista del 93, “un equipo que daba mucho espectáculo, goleaba o era goleado, pero siempre iba hacia adelante”, dirigido por Ricardo Lavolpe.
El caricaturista culpa a la directiva de la desgracia del club, pues “desmanteló al equipo para hacer campeón al América”.
Germán, músico de 44 años, se entristece al ver al club de sus amores en la división de ascenso, pero dice que a raíz de esto “lo sigo igual o tal vez más. Mi amor por los colores no ha cambiado. Trato de ver los partidos en televisión de paga y sigo comprando sus playeras.” Reconoce que una de las dificultades más grandes para seguirlo es que la División de Ascenso “casi no existe para la televisión”. Juan Terrazas define la Primera A como un “vivir en el limbo, no estás totalmente muerto, pero se parece mucho y sólo esperas la próxima resurrección”.
Ambos aficionados azulgranas hacen todo por mantenerse unidos al club. Terrazas está afiliado a todos los grupos posibles por redes sociales y quisiera poder colaborar en su página oficial, pero no ha podido hacer el contacto. Por su parte, Germán intenta ver los partidos cada que puede y “publicar una que otra vez algún comentario y las playeras que voy consiguiendo”.
Pero ¿dónde radica la identidad de un equipo que ha descendido de la máxima categoría del futbol profesional? Para muchos, los equipos de Primera A sonun puñado de escuadras fantasmas o a punto de desaparecer, que vuelven a la vida ocasionalmente en los partidos de la Copa MX transmitidos por cable. Germán es consciente de que la División de Ascenso está algo olvidada, y aunque los equipos aún existen son ignorados por la mayoría. Si bien expresa que la esencia azulgrana se había perdido un poco con el cambio a Cancún, siente que “la identidad somos todos los Atlantistas que seguimos apoyando al equipo; aficionados en las buenas, en las malas y en las peores: somos pocos, pero muy fieles”.
Aquí se entrecruzan el arraigo y el misterio de una pasión. Atlante es conocido como un equipo gitano por sus sedes cambiantes (la Ciudad de México, Ciudad Nezahualcóyotl, Querétaro y Cancún) pese a su larga tradición en el futbol mexicano, que se remonta a 1918. Un tiempo dorado lo reconoció como el primer “equipo del pueblo” en la década de los 30 por la calidad de su juego, la modestia de su presupuesto y sus enfrentamientos contra el Necaxa, que se convertiría en su semejante en un camino de penurias.
Esos recuerdos mágicos no han quedado atrás para los fans de los Potros. Las redes del club poseen una base de más de 110 mil seguidores en Twitter. Por ahora, dice Germán, su expectativa del futuro del club es muy incierta porque “se pensó que habría capital para invertir; la verdad veo un poco lejos el regreso a Primera. Pero estaremos apoyando”.
La caída del Rayo
Arturo Peña se aficionó por el Necaxa a los 9 años, cuando su papá lo llevó a un partido, y luego entró a un equipo de futbol llamado “Rayos” por invitación de un amigo. “Viví la mejor época del club en mi niñez, desde el primer campeonato contra el Cruz Azul (1994-1995) hasta el Mundial de Clubes, jugando de tú a tú contra Manchester United y ganándole al mismísimo Real Madrid”. Es una historia paralela a la de Carlos Santos, comerciante de 29 años que empezó a irle al equipo en la misma época. Era el tiempo de esplendor moderno del club fundado en 1923. Los apodaron “El equipo de la década” en los 90 y ganaron tres campeonatos de liga con la aportación de jugadores como Alex Aguinaga, Alberto García Aspe, Sergio Zárate o Nicolás Navarro.
Pero la suerte cambió y los tiempos más duros para los necaxistas llegaron con los dos descensos del club en 2009 y 2011. “Viví el primer descenso en el Azteca, irónicamente en el mismo escenario donde fui testigo de tantas glorias del Necaxa; y contra él, el “odiado” América”, recuerda Arturo.
Para este diseñador de 30 años, la forma de seguir a los Rayos cambió con el descenso, aunque sus fanáticos ya estaban heridos desde que el equipo se mudó a Aguascalientes en el Torneo de Apertura 2003, en un polémico intento de la directiva para ganar una nueva afición en una plaza donde no compitiera con equipos como América, Cruz Azul, Pumas o Atlante. Por su parte, Carlos Santos concuerda con Arturo en cuánto afectó que el equipo se mudara a tierras hidrocálidas. Implicó el sacrificio de los escasos y fieles aficionados locales, además de golpear la identidad necaxista en una sede donde no tenían historia. Santos es contundente: con el descenso “pierdes todo porque nadie le da importancia a los equipos de Segunda división. No te enteras de los fichajes. Nada”.
Para Arturo, “ser del Necaxa es ser un tanto masoquista, saber que no somos mayoría en ningún estadio, muchas veces ni en el propio”.
Los necaxistas sufren burlas constantes por su poca afición (los Rayos poseen 55 mil followers en Twitter, la mitad de los aficionados de Atlante; las Chivas poseen 1.6 millones de seguidores en esta red social). “El equipo nunca ha sido mediático, ni seguido por las masas, pero desde el descenso las transmisiones de los partidos y la difusión que se le da son prácticamente nulas”, reconoce Arturo, quien ahora sigue al club de sus amores viendo partidos en televisión de paga o por internet. Otro factor decisivo, como les pasa a los atlantistas, es la distancia geográfica de la nueva sede. “Me ha resultado complicado asistir a los partidos con frecuencia, sólo voy cuando el equipo visita algún estadio en el DF.”
La expectativa de los Rayos para la parcialidad necaxista es incierta tras la venta que hizo Televisa del equipo. Para Arturo los nuevos dueños aún no encuentran el camino para el repunte del club. Además, “no se ha logrado que la afición de Aguascalientes ame al equipo, tal vez porque no es originario de ese estado. En la Liga de Ascenso se han tenido temporadas malas, aun siendo el equipo con mayor nómina y mejores instalaciones”.
Carlos Santos dice que en estos tiempos amargos sólo la esperanza define al necaxismo. Por otro lado, considerando una mala elección de jugadores y directivos y la falta de continuidad en los proyectos, Arturo Peña se resigna a que el equipo se quede al menos un año más en Primera A. Sólo le corresponde apoyarlo en las buenas y en las malas, pero tiene fe al recordar el caso del Club León FC, que ascendió recientemente a la Liga MX y logró el bicampeonato: “El amor por un equipo de futbol como el mío aparentemente no tendría razón de ser, pero Necaxa es un equipo histórico. Eso nos sostiene a sus seguidores en estos momentos difíciles y nos permite soñar con la historia que está por escribirse”.