Oaxaca: El sabor en los cuernos de la luna

Una sorpresiva llamada telefónica me anunció que mi boleto para viajar a la ciudad de Oaxaca estaba listo. Tres días era el plazo para regresar a la editorial con una historia turística que tuviera noticia.
Una hora de vuelo desde la ciudad de México me llevó a Oaxaca. Juan Antonio Gómez, mi contacto en la capital oaxaqueña ya me esperaba en el aeropuerto para compartirme los lugares que están marcando tendencia en el destino.
Hambrientos aún, Juan me llevó a las Memelas del Carmen Alto, un lugar a donde va a comer el chef Alejandro Ruíz, el mentor de los jóvenes chefs oaxaqueños que están poniendo a la gastronomía del estado en los cuernos de la luna.
Tortillas recién bajadas del comal acompañadas con asiento –manteca de puerco, chorizo, tasajo y cecina son las opciones a elegir. El puesto es legendario, lleva más de tres décadas consintiendo el paladar de todos los oaxaqueños que gustan de comer en la calle. Para pasar bocado, me acerco a un puesto que está enfrente, a donde hay tejate y agua de membrillo con una bola de nieve de limón.
Juan Antonio me comenta que hay una nueva exposición en la galería de arte del hotel Azul de Oaxaca, el cual está situado en una vieja casona convertida en un hotel, con suites creadas por el arquitecto Héctor Esrawe, pero intervenidas por los más destacados artistas plásticos del destino: Francisco Toledo, Rubén Leyva, José Villalobos, Luis Zárate, y el Colectivo Frijol Parado han dejado su nombre y espíritu en los espacios diseñados y decorados con obra de cada uno de ellos.
El chef Octavio Ramírez es quien orquesta la cocina del restaurante El Patio, que también fortalece la cocina oaxaqueña de vanguardia. Una lástima no haber degustado la comida del restaurante, pero las memelas callejeras no me dejaron espacio en el estómago. Tengo un motivo para volver.