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Atrapados en el laberinto

Escrito por:Jafet Gallardo

Hoy al 2×1 nuestro columnista cinematográfico nos presenta historias de adolescencia y de terror ¿cuáles son tus preferidas?

Por Iván Farías (@ivanfariasc)

Forever Young

Con el éxito sin precedentes de la saga Crepúsculo pareciera que los gustos literarios y cinematográficos de una gran cantidad de personas tuvieron una regresión a una temprana adolescencia. Es como si de improviso el público de treinta o cuarenta años deseara volver a recordar lo que se sentía con el primer amor… pero con la ñoñería de cuando tenían trece años. John Green, uno de los autores que más vende actualmente ganó el Premio Printz 2006 a la mejor ¡novela para jóvenes! Y es que la novela juvenil tiene ciertas características que no la demeritan pero que sí nos dan una idea de qué tipo de lector existe actualmente. Uno, está pensada para personas que todavía no forjan su carácter. Dos, por eso mismo no pueden tener sexo explícito o situaciones adultas. Tres, y tal vez la más alarmante, no deben utilizar un lenguaje muy complejo.

Con el éxito de sagas literarias como Hush hush, Cazadores de sombras, Los juegos del hambre, Divergente y demás productos similares, copias y plagios, el cine comenzó a ofrecer sus versiones en pantalla para poder sacar una tajada más de esta especie de plaga adolescente. Luego de cintas como Si decido quedarme o Bajo la misma estrella la adaptación de Maze runner-correr o morir amenazaba con ofrecernos más de lo mismo. Por fortuna, no fue así.

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James Dashner el escritor de la trilogía original (en realidad tetralogía), se distancia de sus compañeros de letras por manejar un mundo cruel y más cercano al Señor de las moscas, que al idealizado y políticamente correcto del resto de sus congéneres. Su saga es apocalíptica decadente y el amor brilla por su ausencia.

La adaptación cinematográfica tuvo a bien recuperar esto. Al principio de la película escuchamos la respiración de una persona que de improviso aparece en medio de un laberinto y no recuerda nada. Algo muy similar a lo que sucede en el Cubo, donde un grupo de personas son dejadas en un juego siniestro sin revelar nunca las razones de su encierro.

La cinta del debutante Wes Ball, retoma cosas de las cintas apocalípticas clásicas de los setentas y ochentas; logra sacar lo mejor de un grupo de actores jóvenes que son superados rápidamente por la situación y por una puesta en escena que, sin ser innovadora, nos permite adentrarnos en la trama. Como toda cinta de adolescentes las situaciones límite y la crueldad que se podría esperar en un contexto así son dulcificadas. Uno podría imaginarse que, después de tres años de no ver una mujer, apareciera una muy bella en un grupo de adolescentes en pleno despertar sexual, la chica tendría severos problemas para evitar el acoso de ellos. Aquí, el noble héroe platica con ella como si estuvieran a la hora del descanso.

Bajo las calles de París

El documental falso ya acusa cansancio desde hace tiempo. No hay público actualmente que crea que lo que está viendo en pantalla es real. Y quienes los perpetran tampoco hacen mucho para que podamos confiar en ellos. El caso de John Erick Dowdle lo comprueba. En su más reciente película Así en la tierra como en el infierno narrada como un documental, hay escenas donde uno se pregunta: ¿quién está filmando eso? O cosas aún peores: ¿Era necesario hacerla de esa forma? ¿La escena del principio no sale sobrando? ¿La chica arqueóloga es una especie de Indiana Jones del terror? ¿Tuvieron ese escenario magnífico y lo desperdiciaron?

John Erick Dowdle ya había hecho algo similar, utilizar la claustrofobia como resorte del terror, desgraciadamente con los mismos resultados. En La trampa del mal y en su más reciente trabajo, Así en la tierra como en el infierno se nota pericia técnica y el deseo de alejarse de los lugares comunes del género, sin embargo no logra pulir muy bien el guión, llegando a momentos en que uno pasa de la desesperación, por estar en un lugar encerrado, a la risa. Un ejemplo de esto es cuando la protagonista golpea dos veces y de la misma manera a una aparición, cae de espaldas. Buena como tour turístico a las catacumbas de París sin pagar más que un boleto de cine.