A 10 años del primer campeonato mundial de México
En 2005, el Tri Sub-17 se despojó de un anecdotario tan lleno de capítulos amargos
VIDEO: #HistoriaFT | A 10 años del Mundial Sub-17
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Domingo 2 de octubre de 2005: México se paralizó para disfrutar por primera vez un campeonato mundial de futbol. El Tri Sub-17 se despojó de un anecdotario tan lleno de capítulos amargos al emocionar a su técnico, a un país entero y a ellos mismos.
Los despidió un aeropuerto frío y vacío, sólo estaban sus familiares, ellos, los que los amaron y creyeron en su capacidad desde siempre. Eran los últimos días del verano 2005. Pocos o nadie creía, algunos incluso se burlaban de sus sueños, a pesar de que el futbol se ha construido a partir de la inocencia y de la imaginación. Así decía hasta luego la selección de México Sub-17, con miras a la mayor aventura de sus vidas.
Con las maletas repletas de ilusión y calidad futbolística, un grupo de talentosos niños mexicanos enfrentarían a los mejores del mundo en su categoría, con la determinación de representar a su Patria, con la ambición de trascender.
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Ante Uruguay iniciaron su camino. México derrotó de forma clara al representativo sudamericano, el marcador fue lo de menos. Un país entero postraba su mirada en sus pequeños representantes, eso significó el primer triunfo para los niños de Jesús Ramírez. Poco a poco, millones de mexicanos se contagiaron de la inocencia, pureza e ilusión de un equipo de futbol.
El andar del tricolor fue firme, con el alma pintaba de verde, blanco y rojo se deshicieron de Australia, tropezaron con Turquía, destrozaron a Costa Rica en el suplemento, liquidaron a Holanda y en la Final, ante Brasil, confrontaron a la historia. Los chicos acabaron con los capítulos negros de balompié nacional, convirtiendo en cenizas aquellos momento de frustración por quedar cerca de la orilla de algo grande.
A diferencia de la despedida, a los nuevos Niños Héroes los recibió un aeropuerto eufórico, repleto de aficionados y la “familia futbolística”, al igual que una ciudad desbordada de pasión y agradecimiento.
Pero, sin duda, lo más importante fue que sus familias seguían ahí, sin importar los resultados obtenidos.