Lionel Messi: el bendito error
La Pulga vivió un episodio inesperado que lo llevó a las puertas del club donde hoy es una leyenda
Michael Robert Smith fue un productor musical inglés de los años 60. Durante su carrera grabó algunos éxitos con bandas de cierto nombre en aquella época. Pero cuando falleció a los 76 años en diciembre de 2011, a causa del enfisema, la mayor parte de las notas se referían a él como el hombre que rechazó a los Beatles.
El 1 de enero de 1962, el cuarteto de Liverpool audicionó con Smith, quien decidió no firmarlos para la productora en la que trabajaba, Decca. Aquello pasaría a la historia como una de las pifias más tremendas en la historia de la industria musical. Algo similar ocurrió en Buenos Aires en el año 2000. Para entenderlo mejor, hay que remontarse tres años.
Era 1997 y algo preocupaba a Jorge y Celia. El tercero de sus hijos, entonces de casi 10 años, medía apenas 1.27 metros. Por ello, junto con los directivos del Newell’s Old Boys -en cuyas inferiores jugaba el chico- lo llevaron con el endocrinólogo Diego Schwarstein, quien le diagnóstico falta de hormona de crecimiento. Para corregirla se requería un tratamiento de ingeniería genética que costaría 900 pesos argentinos al mes. Los siguientes dos años la familia Messi Cuccitini pudo solventar el tratamiento para su hijo Lionel.
Sin embargo, la situación económica en casa no permitió que siguieran pagando por las inyecciones que Lionel Messi se aplicaba él mismo diario en las piernas; en Ñuls no quisieron costearlas, así que el padre del pibe lo llevó de Rosario -donde vivían- a Buenos Aires a probarse en River Plate.
Durante cuatro días, Lio -entonces de 12 años- sorprendió a los entrenadores de las básicas de River, como Eduardo Abrahamian: “Desde el primer día me maravilló”. Otro de ellos, Federico Vairo (QEPD), recordó en una entrevista: “A los 10 minutos de verlo lo llamé y él creyó que lo iba a regañar porque gambeteaba a todos, pero le dije: ‘No le des la pelota a nadie; si me ves a mí, también me tenés que gambetear”.
LEER MÁS: El próximo reto de Lionel Messi…
En aquellas pruebas Lionel Messi compartió cancha con Gonzalo Higuaín, con quien al paso de los años compartiría ataque en la selección argentina. “Fui el primero en juntarlos”, dice Abrahamian, y recuerda un rasgo que la Pulga mantiene hasta hoy: “Fuera de la cancha era corto de carácter, hablaba poco. Pero dentro lo vi totalmente distinto: ninguno lo conocía y él le hablaba a sus compañeros para tirarles mejor los centros”.
Todos parecían convenir en que a ese niño había que ficharlo sí o sí, pero de alguna forma que no está clara por completo, Messi nunca se convirtió en Millonario. Algunas versiones dicen que el club se negó a pagar el tratamiento que el niño necesitaba, otras que Jorge Messi pedía demasiado (una casa, un trabajo) para que su hijo se apuntara a las filas de River. Lo cierto es que, para financiar el tratamiento que Lionel necesitaba, su familia buscó otras opciones.
Una de ellas en Barcelona, donde Carles Rexach -entonces directivo del Barça– atestiguó la calidad del argentino y, en una mesa del restaurante Club de Tenis Pompeya, redactó un improvisado contrato en una servilleta para convertir en Culé a aquel prodigio de apenas 13 años y 1.40 metros. “Carles Rexach, secretario técnico del FCB se compromete bajo su responsabilidad y a pesar de algunas opiniones en contra a fichar al jugador Lionel Messi…” es parte del texto que el dirigente garabateó en aquel papel el 14 de diciembre de 2000. El club se comprometió también a pagar el tratamiento de crecimiento para su nueva joya.
LEER MÁS: Números que dieron a Messi su quintó Balón de Oro
Menos de tres años después de aquella firma, Lio se estrenó con el primer equipo en un amistoso contra el Porto, a las órdenes de Frank Rijkaard. Para la temporada 2004-05 debutó en la Liga y a partir de ahí comenzó a escribir una historia que hoy es cultura general del planeta futbol, en donde es difícil encontrar un rincón donde el nombre Lionel Messi no sea reconocido como sinónimo de espectacularidad, goles, magia y éxitos a nivel individual y colectivo.
En un largo listado, cuya más reciente actualización es el Balón de Oro 2015 -el quinto en su palmarés, dos más que cualquier otro futbolista-, el argentino ha forjado una carrera en la que lleva siete Ligas, tres Pichichis, cuatro Champions Leagues, por destacar algunos de los títulos en su colosal plamarés.
En el camino, Lionel Messi se convirtió además en el jugador con más goles en la historia del Barcelona y el máximo anotador de la Liga, superando a mitos de la talla de Alfredo Di Stéfano y Raúl.
Su único pendiente puede ser guiar a Argentina a la conquista de un Mundial, pero sea que lo consiga o no en los años que le resten a su trayectoria, su grandeza está fuera de discusión.
LEER MÁS: Messi, el fenómeno que ganó cinco Balones de Oro
El bendito error
Muchos años después del histórico desatino, ya retirado, Mike Smith aceptó en varias ocasiones acudir a convenciones de fanáticos de los Beatles. Ahí recordaba la anécdota de buena gana e incluso se daba una licencia. Con la perspectiva otorgada con los años -quizá para tranquilizar su conciencia y otorgarse una especie de premio de consolación-, solía decir que su decisión de no firmar a John, Paul, George y Ringo terminó siendo una bendición para la historia de la música, pues en Decca no había un productor a la altura de George Martin, el hombre que detonó la explosión del cuarteto de Liverpool.
Tal vez un día algo similar pueda contar un día el responsable de que Lionel Messi nunca se vistiera de Millonario. Para Messi aquello acabó siendo una bendición, un trampolín que impulsó su carrera. Tal vez en Núñez el talento de la Pulga no habría encontrado a los George Martin de La Masía que lo pulieron y le ayudaron a convertirse en el único ganador de cinco Balones de Oro.