Senegal, un dorado recuerdo para el Tri
México tuvo un duelo épico ante los africanos, a los que enfrentó por primera vez en 2012
El estadio de Wembley es una de las catedrales del deporte por excelencia. Allí, el rugby y el futbol la comparten a menudo como epicentro de emociones. Fue dentro de este último donde se escribió un episodio único, memorable, durante los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Los protagonistas fueron México y Senegal.
Entre los 16 equipos que lograron clasificar a la magna justa del deporte estaba el Tricolor Sub-23, dirigido por Luis Fernando Tena y encuadrado en el Grupo B junto a Corea del Sur, Gabón y Suiza.
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El mítico coloso, demolido en 2002 y remodelado en 2007, sería escenario de seis partidos durante la justa, entre los cuales estaba la Gran Final. La grata sorpresa fue que el futbol decidió que allí, México y Senegal cruzaran caminos por primera vez en una competición oficial (previamente solo se habían enfrentado en un amistoso el 10 de mayo de 2010).
Pero antes de ello, el Tricolor tuvo que aprender del empate sin goles ante los coreanos y tomar con mesura el par de victorias ante gaboneses (2-0) y suizos (1-0). “El técnico siempre nos decía después de cada partido que un no habíamos conseguido nada”, cuenta Héctor Herrera, quien por aquel entonces era uno de los que buscaba demostrar al mundo que México podía soñar con ser campeón.
Algo similar había hecho la selección de Senegal, bajo el mando de Abdoukarime Diouf. Se estrenaron ante el anfitrión Inglaterra con una igualada (1-1), luego vencieron a Uruguay (2-0) y cerraron con un empate (1-1) ante Emiratos Árabes Unidos. Aunque nunca dieron una gran exhibición se ganaron el respeto de todos por el simple hecho de ser la única selección debutante que habas superado la Fase de Grupos.
El partido más duro…
El 4 de agosto del 2012, México protagonizó en Wembley el partido, hasta entonces, más cardiaco del certamen. Marco Fabián apenas tuvo la pelota en los pies reventó el travesaño con un tiro de larga distancia. No habían pasado ni diez minutos y cayó el primer gol: Gio dos Santos cobro un tiro libre y el Chatón Enriquez, entonces un juvenil con ganas de comerse al mundo, lo firmó con la cabeza. Aunque Senegal tuvo tres ocasiones para marcar, la figura del portero Jesús Corona lo evitó con intervenciones de postal.
Cuando llegó el complemento, México amplió la ventaja con un contrarremate de Javier Aquino. Sin embargo a falta de poco más de 20 minutos para hacer historia ocurrió lo imprevisible: en un parpadeo dos remates implacables de Konaté (69′) y Balde (76′) pusieron a los Verdes contra las cuerdas y dinamitaron la prórroga.
Con 90 mil espectadores hechos un manojo de nervios y Wembley como escenario de una épica batalla, se vivió un desenlace de alarido.
Primero, Dos Santos robó el balón dentro del área y perforó la red con un tiro a quemarropa que divisó el triunfo anhelado. Luego, Corona ejecutó un soberbio lance para evitar el empate e instantes después, cayó la jugada que retrató lo que había sido el partido: Kara Mbodji estrelló en la barrera un cañonazo y Raúl Jiménez y Héctor Herrera despegaron desde el área y recorrieron todo el campo con sprint de velocistas para pelear una pelota y convertirla en gol. Ante el pésimo toque retrasado de uno de los centrales, Jiménez apretó el pique y trató de clarear a Mane, quien rechazó el esférico con las uñas y lo dejó a merced de Héctor Herrera, autor del 4-2 con un frentazo.
Así fue como en Wembley, México consiguió por segunda vez en su historia instalarse en las Semifinales de los Juegos Olímpicos y trazó parte del camino dorado que a la postre lo llevó a firmar una proeza: colgarse la medalla de campeón a costa del quebranto de Brasil, al que venció 2-1 en el mismo recinto.
Con este grato recuerdo, el Tricolor volverá a enfrentarse a Senegal, uno de los 16 rivales africanos a los que ha enfrentado a través de los años.