Gilberto Prado: Edwin Valero la geometría de la tragedia

Quizá nadie haya descrito con mejor prosa la belleza del entorno de la ciudad venezolana de Mérida como Mariano Picón Salas. En esa misma ciudad nació el boxeador Edwin Valero: un tira trallazos excepcional apodado el Inca por sus rasgos aindiados. Valero transcurrió su niñez en las montañas de Mérida. Allí curtió su espiritu y adquirió el temple que le llevaría a ser uno de los boxeadores más explosivos en la historia del deporte, poseedor de una mano izquierda granític que surgía con una espontaneidad relampagueante y mellaba los rostros de sus oponentes con ejemplar sevicia. Valero era especialista en golpear arriba, a la cara. Ésa era su mejor arma. Su cadena de dieciocho combates aniquilando al rival en el primer episodio fue supeada por Tyrone Brunson, pero al moreno lo noqueó en tres rounds Carson Jones mientras que, en la otra orilla, Valero murió invicto. Un accidente de motocicleta (no llevaba casco) hirió la cabeza de Valero en 2001 y tuvo que ser intervenido. Aún no iniciaba su brillante carrera profesional. Aquel accidente pareció ser el final de los sueños.

Menciones algunos de los momentos estelares del venezolano. Cuando disputó el campeonato súper pluma al Loco Mosqueda batalló pero el incansable martillo izquierdo se abrió paso en la humanidad del moreno. Interrogado por Jorge Eduardo Sánchez y Marco Antonio Barrera acerca de su forma desparpajada y abierta de soltar los puños, Valero dijo: “Se trata de mi estilo. Si pego menos abierto se reduce la fuerza del golpe”. Siempre con la guardia a media asta Edwin Valero noqueó a los 27 rivales que enfrentó en su trayectoria profesional y varias veces alzó la mano para pelear contra el filipino Many Pacquiao. Quizás el combate más espinoso sostenido por este terremoto sudamericano fue contra Antonio de Marco en Monterrey (6 de febrero de 2010). En esa
trepidante contienda Valero fue lesionado en la cabeza por un codazo no intencional propinado por de Marco. La herida hizo que Valero sangrara con profusión y el peligro de ser vencido fue mayúsculo. En el noveno capítulo Edwin Valero aleló a de Marco con tres izquierdas consecutivas en forma de jab, en pleno rostro. De Marco ya no quiso pelear el décimo asalto: 27 peleas, 27 noqueados.
La otra cara de Valero: un boxeador con bajo control de impulsos. No es imputable ese descontrol a su accidente de motocicleta, mas sumado al consumo del alcohol es posible decir que se trata de una conducta resultante de variables multifactoriales. Como sabemos, Valero ya había golpeado a su esposa en el 2010. En 2007 y 2008 había agredido asimismo a su madre y a su hermana. El cuadro como agresor extra cuadriláteros era agudo ya acentuado. La pregunta es: ¿qué mueve a un ser humano a golpear a los seres que más ama en el mundo?, ¿qué extraños mecanismos gobiernan, acaso de manera inconsciente, la conducta de los hombres? Después de matar a su mujer con un instrumento punzocortante Edwin Valero confesó su crimen. Fue detenido y privado de la libertad en los calabozos de la policía de Carabobo. A la una y media de la mañana, quizá abrumado por la culpa, se ahorcó con su propia ropa. Los guardias de la prisión escucharon sus últimas palabras: “Ahora sí me fregué”.
El imbatido Edwin Dinamita Valero emrpendió, para decirlo con su coterráneo Mariano Picón Salas, muy joven su último viaje, el viaje hacia el amanecer. Tenía 28 años.