Gilberto Prado: Muerte en el ring

Este video te puede interesar. Gilberto Prado Galán Al promediar julio de 2009 el boxeador mexicano Omar Chávez, hijo del inmortal Julio César Chávez, noqueó a Marco Antonio el Texano Nazareth, quien fue llevado de inmediato al hospital y, tras ser intervenido quirúrgicamente, falleció. Tenía sólo 23 años. Luchó contra la muerte tres días […]
Al promediar julio de 2009 el boxeador mexicano Omar Chávez, hijo del inmortal Julio César Chávez, noqueó a Marco Antonio el Texano Nazareth, quien fue llevado de inmediato al hospital y, tras ser intervenido quirúrgicamente, falleció. Tenía sólo 23 años. Luchó contra la muerte tres días intensos.
En octubre de 2008 el Flakita Sanabria noqueó a Daniel Aguillón, quien murió cinco días después del combate. Ellos se suman a Lupe Pintor, el orgullo de Cuajimalpa, quien apabulló al galés Johnny Owen en septiembre de 1980. Recuerdo que Toño Andere gritó emocionado cuando vio que Owen se desplomaba: “¡Cayó como muerto Johnny Owen!”, duras palabras de visos proféticos.
En la historia del deporte motejado de las narices chatas y las orejas de coliflor, las muertes en el cuadrilátero son tan dramáticas como numerosas Hay quienes pierden la vida en el mismo encordado. Otros, como los arriba mencionados, salen vivos de la arena para desaparecer unos pocos días después.
Tal fue el caso de Davey Moore, liquidado el 21 de marzo de 1963 por Ultiminio Ramos, el cubano-mexicano. En la recreación narrativa de la pelea, Sony Alarcón dijo: “Los puños de Ultiminio laceran la cabeza de Moore” y “Regresa a su esquina Davey Moore ya con el hálito de la muerte sobre su cabeza”.
De todas las muertes que han sobrevenido tras las golpizas propinadas, ninguna tan dramática como la del cubano Benny Kid Paret. Sucedió el 24 de marzo de 1962 en Nueva York. En el último round Griffith se ensaña contra Paret y le asesta, tras el sonido de la campana y ante la mirada indolente del réferi, 13 mandarriazos consecutivos: nueve derechazos y cuatro combinaciones fulmíneas. Después se deslizó la especie de que el sadismo de Griffith era una respuesta tardía a la agresión de Paret en el pesaje: le repitió “maricón” varias veces al oído. En el año 2007 Griffith reconoció abiertamente su homosexualidad participó en una marcha del orgullo gay, en la misma ciudad donde victimó a Paret.