Diego Armando Maradona… ¡El D10S terrenal!
Brilló ante el mundo a los 10 años y en 1986 dejó un legado en el futbol
En la década de 1980, a nueve kilómetros de la bahía de Nápoles, donde está el Vesubio, singulares gritos retumbaban en la ciudad sureña de Italia, más específicamente en el estadio San Paolo, casa del Napoli.
Los alaridos de la muchedumbre eran de emoción. La tribuna hervía de entusiasmo y se iluminaba por las bengalas que los tifosi lanzaban al aire, y un cántico hacía erupción desde las gargantas: “O mamma, mamma, mamma… O mamma, mamma, mamma… sai perché mi batte il corazón?… ho visto Maradona, ho visto Maradona… hey, mamma, innamorato son! [Oh, mamá… ¿sabes por qué me late el corazón? He visto a Maradona. ¡Hey, mamá… estoy enamorado!]”.
Ese fervor era provocado por un hombre que desde el campo desataba pasiones volcánicas y que en Nápoles (igual que en su natal Argentina) alcanzó el grado de divinidad.
Habría sido difícil imaginar semejante adoración en 1960, cuando Diego Armando Maradona nació.
SUEÑOS DE NIÑO
“Nací en un barrio privado”, dice Maradona en su autobiografía Yo soy el Diego, pero añade: “Privado de luz, agua y teléfono”. Se refiere a Villa Fiorito, suburbio al sur de Buenos Aires. Ahí, en una casa de suelo de tierra, nació el 30 de octubre de 1960 el quinto hijo de don Diego Maradona y Dalma Salvadora Franco: Diego Armando.
Cuando tenía 12 años, en una entrevista le preguntaron con qué soñaba y su respuesta fue como una profecía: “Mi primer sueño es jugar un Mundial. El segundo es ganarlo”.
D10S EN LA TIERRA
16 años después, ya reconocido como una figura a nivel global, capitaneó al seleccionado dirigido por Carlos Salvador Bilardo que enfiló a México. 10 era el número de su camiseta y 10 fueron los goles en los que intervino de los 14 que la Albiceleste hizo en la Copa: cinco anotados y cinco asistencias. Pero para dimensionar la verdadera trascendencia de México 1986 en la carrera de Diego Armando Maradona, y entender cómo se convirtió en D10S, hace falta hablar del milagro más grande de su zurda prodigiosa.
Argentina se instaló en los Cuartos de Final, donde enfrentaría a Inglaterra. Cuatro años antes, ambos países se habían disputado la soberanía de las Islas Malvinas en una guerra, por lo que el choque era “como ganarle a un país”, según Maradona. Al minuto 51, con el partido 0-0, el 10 cometió una trampa obscena: ante la salida del portero, saltó y mandó el balón dentro del arco… ¡con la mano izquierda! Por alguna razón, el árbitro validó el gol. Lo peor fue que tras el duelo le preguntaron por esa jugada y dijo que no había sido su mano la autora del tanto: “Fue la Mano de Dios”.
Sin embargo, lo que hizo cuatro minutos después de su fechoría puso de pie al planeta del futbol. Recibió un balón en el semicírculo y comenzó a tejer una serie de gambetas, fintas y arranques que lo pusieron en el área inglesa. El cronista uruguayo Víctor Hugo Morales narraba el juego para la televisión: “Arranca por la derecha el genio del futbol mundial…”. Uno, dos, tres… así hasta contar seis ingleses se quedaron en el camino, inutilizados por la perfección de la trayectoria que el 10 fue trazando hacia la meta de Shilton, a quien dejó sembrado con un recorte de zurda, antes de mandar el balón a las redes.
Morales estalló: “¡Quiero llorar, Dios santo! Barrilete cósmico, ¿de qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés?”.
Aquella tarde, Diego Armando Maradona arrancó un recorrido que siguió doblando a Bélgica en semifinales, y terminó con el cumplimiento del sueño de ser Campeón Mundial, derrotando a Alemania.
Texto de Eduardo Venegas
VIDEO: Diego Maradona y su momentos de antología.
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