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Van Basten, el inolvidable Da Vinci del futbol

Por: Staff FT 31 Oct 2015

Van Basten, el inolvidable Da Vinci del futbol

Impactantes los elogios que recibió en su mejor época de Maradona y Cruyff

Diego Armando Maradona es por muchos considerado el mejor futbolista de la historia, por eso, su definición sobre lo que fue Marco Van Basten cuenta con un incalculable valor y muestra lo importante que resultó el delantero holandés en la historia del futbol. De hecho, en esta época de egos, la despedida que le brindó el Pelusa nadie la escuchará en boca de Messi cuando Cristiano Ronaldo se retire o viceversa: “Si Dios ha decidido que ya no puede jugar más, será porque no quiere más goles bellos”, excelsa definición para aquel portentoso delantero.

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“Era una máquina de hacer goles que se rompió cuando iba a convertirse en el mejor de todos. Lo fue igual, pero no llegó a número uno”.  Así continuaba con sus elogios Maradona sobre un delantero que solo nos regaló una pizca de su talento, pues las lesiones lo mermaron y nos impidieron ver por más tiempo a un atacante de época, pese a eso, su talento mostrado trascendió fronteras y como no podía ser de otra forma, le valió elogios de otro grande del balompié mundial, el mejor futbolista holandés de la historia.

Marco Van Basten (Utrecht, Países Bajos, 31 de octubre de 1964) nació con estrella para el futbol. En su debut como profesional ingresó por Johan Cruyff y marcó un gol, un cabezazo soberbio que enseñó tan solo uno de los talentos de su enorme repertorio con definiciones majestuosas.  Tiempo atrás, Cruyff paseaba por las canchas del Ajax antes de retirarse y ojeando a las futuras estrellas del conjunto de Amsterdam quedó maravillado al ver la estética de los goles del joven atacante y soltó a sus compañeros un “observen a ese muchacho, es el nuevo Johan Cruyff”. Aquellas palabras expresaban la magnitud de joya que enamoraría a los fanáticos, un futbolista que marcaría una era en el futbol, corta pero inolvidable.

Sus destrezas hicieron ver chica a la liga holandesa. Con el Ajax se coronó en seis ocasiones: tres veces de la Eredivisie y otras tres en la Copa de Holanda. En el plano individual fue el mejor goleador del certamen local durante cuatro temporadas consecutivas. Solo había un pequeño problema para permanecer en la cima: su tobillo de cristal.

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El Milan lo compró para la temporada 87-88 y culminó con la jetatura impuesta por el Nápoles de Maradona, pese a que Van Basten solo disputó once jornadas por una lesión en la clavícula, sus escasas actuaciones fueron importantes. La Eurocopa de 1988 era el paso definitiva para erigirse como leyenda de la Oranje. Empezó desde la banca el certamen, como consecuencia de su poca actividad con los rossoneros. Bosman partió como el titular pero problemas en el primer partido para Holanda le abrieron un lugar al centro delantero perfecto. La URSS venció 0-1 a Países Bajos en el primer partido de la fase de grupos, por lo que tres días más tarde, Van Basten entró en el once titular para plantar cara a Inglaterra. Marco demostró que era uno de lo mejores delanteros del mundo y anotó tres dianas que dejaban al equipo en disposición de pasar a las semifinales. El camino puso a Alemania en la víspera de la final y Holanda sufrió pero superó. La revancha llegó en la final.

La gran diferencia para la reedición del duelo ante la URSS: Marco Van Basten. Gullit adelantó a Países Bajos pasada la media hora, pero la obra de arte de la tarde la firmó Marco van Basten en el minuto 54. Arnold Mühren centró desde la banda izquierda. El balón se fue largo. Muy largo. Pero Marco no lo dio por perdido y, llegando en carrera atacó el balón. En la frontal del área pequeña esperaba Gullit entre dos defensores. Si la cosa salía bien, tal vez van Basten lograse centrar el baló al primer toque. Pero Marco era un genio y por su cabeza desfilaban otras ideas.

“Cuando recibí el balón estaba un poco cansado y pensé: puedo pararlo y tratar de hacer algo entre todos esos defensas o, más fácil, arriesgarme y disparar. Todo fue bien. Es una de esas cosas que a veces, simplemente, ocurren”. Hizo lo fácil. Se arriesgó. Disparó. Y ocurrió. Bajo el larguero observaba la jugada Rinat Dasayev, considerado el mejor portero del mundo. No pudo hacer nada. El balón pasó por encima suyo como un misil. Saltó y estiró el brazo derecho, pero la redonda tenía ya establecida una parábola imposible para envolverse en la red, junto al palo más alejado.

Esa escena se convirtió en mítica. Mejor gol en la historia del Eurocopa. Tanto que permitió el único título de Holanda a nivel selección. Momento culminante de la carrera del extraordinario delantero. Estéticamente inmejorable. Van Basten se llevó el Balón de Oro al culminar ese año y se llevaría dos más (1989-1992) pero a partir de ese momento el tobillo fue su peor enemigo. Un sinfín de operaciones y un dolor constante, ni siquiera a su boda pudo acudir exento de aquel mal. Se casó con muletas. Ese mal lo aquejó y provocó su retiro prematuro. Normal que en su adiós Adriano Galliani, artífice de su traspaso al Milan, se lamentara: “El fútbol pierde su Leonardo Da Vinci”.

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