Pedro Arce, un incansable soñador
El mediocampista mexicano cuenta a Futbol Total su gran historia de vida
Pedro Arce cierra los ojos y se traslada a México. Su memoria para en 2009. Tenía 18 años y una tarde de verano presentó una prueba con la Sub-20 de Puebla para ganar una de las 17 plazas disponibles por las que competirían alrededor de 50 promesas. “Arce… has sido aceptado”, le dijeron. Pero dos días antes de firmar con la Franja, cuando aun la incredulidad le gambeteaba por la cabeza, le llegó una oportunidad que ineludiblemente cambió su vida…
Del otro lado del Atlántico, a poco más de nueve mil kilómetros de su natal Saltillo, Coahuila, su nombre también fue seleccionado entre los aspirantes para presentar un examen de alto rendimiento e ingresar al programa Immersion de la Fundación Marset, academia especializada en reclutar talentos alrededor del mundo. Pedro tenía ante si una encrucijada, quizá, hasta entonces, la más difícil de su vida.
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“En el Puebla me dijeron que era una bonita oportunidad pero que si me iba y después regresaba nadie me aseguraba que me iban a recibir otra vez”, cuenta Pedro, quien tras valorar ambas opciones se decantó por aventurarse, solo, sin la garantía de encontrar equipo, en busca del sueño europeo.
Cuando Pedro dejó Saltillo, la tierra árida que lo vio crecer, tenía 18 años solo había pateado el balón en las canchitas del colegio y, por supuesto, noche a noche mientras dormía, porque en su natal no existe un equipo profesional. Aun así poco le importó. Dejó a su madre Celina Latapí, su padre Pedro Arce y sus dos hermanas Elina y Mercedes. Tomó un puñado de recuerdos y se convirtió en un viajero entusiasta. Antes de partir, las últimas palabras que escuchó fueron de su padre: “Da todo de ti. Disfruta. Pon tu vida en manos de Dios y que pase lo que tenga que ser”.
La lucha incansable y el momento más difícil de su carrera
El mexicano, quien de niño sonreía con los goles del brasileño Ronaldo, llegó a Barcelona y consiguió ingresar a la academia. Su talento le abrió la puerta para ir al Newry City FC de la primera división irlandesa; sin embargo la Fundación le dio la oportunidad de esperar una mejor oferta. Fue paciente. Y una gélida mañana de enero del 2011, Roberto Mendoza, director deportivo de la academia dio la buena nueva: “Han venido visores de Polonia y Suiza, quieren que Arce vaya y también el brasileño Vinycius Costa”.
Pero como en todo periplo llegaron una ola de adversidades: en Polonia no consiguió amarrar su fichaje con el Flota Swinoujscie de la Segunda División, y durante su estadía con el FC Baulmes suizo, un modesto club que actualmente milita en la tercera categoría, apenas jugó 10 partidos.
En 2012 conoció a Jorge Berlanga, quien entonces le tendió la mano y trató de conseguirle una prueba en el Ajaccio. “Me ilusione muchísimo y me estaba mentalizando, le conté a mis amigos, a mis papás…”, revela. Pero para su desventura no fue posible. El club francés ocupó la última plaza de extranjero con otra contratación: “Cometí ese error de contar y aprendí que en el futbol nunca se sabe y la prueba nunca se pudo dar”. Con el sueño hecho añicos, Pedro pensó en dejar el futbol. “En ese momento dije ‘hasta aquí’”.
Después de la tormenta
Durante su estadía en la Fundación Marset, Pedro conoció a Carla Sanz, su cómplice, quien tras aquella jugarreta del destino le dio aliento puro para recobrar fuerza y hacerle un cañito a la adversidad. “Ella es el motivo más grande por el que estoy acá. Me ha dado lo mejor. Lo es todo”, confiesa.
Seis meses después, Pedro recibió lo que más anhelaba: una prueba en el Veria de Grecia. Jorge Berlanga la consiguió. Y, esta vez, todo salió como estaba presupuestado. En la temporada 2012-13 firmó su contrato y, aunque en su primer a campaña se fue a préstamo al Anagennisi Giannitsa de la Segunda División griega y al AO Kavala, al terminó de la cesión logró que el cuerpo técnico lo considerara para el primer equipo.
“Fue uno de los momentos más especiales de mi vida, era lo que siempre había buscado, no venía acá para firmar, era la prueba de mi vida, me estuve preparando casi dos años y medio y sabía que esta era la buena. El momento de firmar fue algo muy especial”, recuerda con tono alegre.
El 17 de diciembre de 2014, Pedro Arce debutó oficialmente en la victoria 2-0 ante Niki Volos. Ingresó a falta de cuatro minutos y suplió al español David Vázquez. En el curso disputó solo cuatro cotejos, pero lo plausible fue que vivió su primer año en Primera División. “Eramos una plantilla de casi 34 jugadores y fue muy difícil hacer lugar en la convocatoria, por lo menos logre que el Veria me quisiera mantener en el equipo”.
El desafío más grande…
En el verano del 2015, el Veria comenzó la pretemporada y Pedro fue parte de ella. El entrenador Giorgos Gerogiadis había solicitado la contratación de un mediocampista ofensivo, que jugaba de 10, la misma posición de Arce. Concretada la transferencia, la directiva le puso las cartas sobre la mesa y le dio “opción para renovar o para irse a préstamo a segunda división”. El saltillense optó por quedarse y demostrar el calibre que tenía en las botas.
“Fue un momento muy difícil, donde yo no sentía que era lo correcto, regresar a segunda división a préstamo después de haber firmado por el Veria. Tenía muchas ilusiones, creí que este año iba a ser de explosión y decidí no irme a préstamo bajo mi propio riesgo y le comuniqué al club que quería quedarme y ganarme un puesto en los entrenamientos y pues en las primeras fechas ni siquiera iba convocado y día a día, trabajando duro, me llegó el primer llamado”, expresa.
En el vestidor del Estadio Dimotiko estaba la camiseta número 10, esperando por él. El técnico le pidió que peleará como un ganador frente al Olympiacos, el equipo más laureado de Grecia. Y así fue. El 31 de octubre de 2015 fue por primera vez titular, dejó 72 minutos el alma en la cancha y, pese a la derrota 0-2 de su equipo, el entrenador supo que en Arce tenía uno de esos jugadores a la vieja usanza, que dejan la vida en cada galopada y en cada disputa por el balón.
Pedro Arce abre los ojos, está en Grecia. Tiene 24 años. Después de poco más de un lustro de lucha incansable es futbolista profesional. Hoy es titular con el Veria. Desde su debut acumula 1128 minutos en 13 partidos. Gracias a ello el pasado mes de diciembre fue uno de los elegidos para competir por el MVP del primer trimestre en el campeonato helénico. Tiene contrato hasta el verano de 2016. Y, por ahora, no le preocupa cambiar de club o el no haber recibido un llamado a la Selección Nacional. Aunque en algún momento sea elegible para otro país tiene la convicción de que “solo jugaría para México”. Su nombre aun no copa las portada de los diarios, ni resuena en las transmisiones de radio o televisor, pero eso lo de menos. Sonríe todas las mañanas y da gracias por haber cumplido su gran sueño: jugar en Primera División.