Diego Costa, el lagarto más agresivo y goleador
La destreza del ariete del Chelsea es opacada por su alto grado de explosividad
Hay ciertas características que hacen único a un futbolista. Algunos tiene una cordura alucinante en el campo, incluso cuando reciben el más duro de los golpes en la disputa por el balón. De Diego Costa se puede decir todo lo contrario. Nacido en Lagarto, Brasil, un 7 de octubre de 1988, el espigado delantero ha superado diversas dificultades, tal y como lo haría un lacertilio, siempre alerta, ante cualquier amenaza y reaccionado intempestivamente por sobrevivir. El ariete hispano-brasileño ejecuta un símil en la cancha. La características perfectas para describirlo: agresivo y goleador.
Lo violento le viene por el duro entorno al que tuvo que hacer frente. Diego Costa no tenía cercano el sueño de ser profesional. Claro está, como todos se ilusionaba con ello, pero la situación del jugador del Chelsea no auguraba grandes hazañas, aunque, si algo lo define, es que nunca se cansará de luchar.
Costa es un delantero extraño, distinto al resto, pero siempre con la misma obsesión por el gol. Hasta los 16 años no se puso la camiseta de ningún equipo y limitaba su fútbol a las calles de Lagarto, el pueblo de Brasil en el que se crió antes de que su familia se marchara a la ciudad a Sao Paulo. Fue entonces que comenzó a jugar en un equipo local y un ojeador le auguró un buen futuro. El siguiente paso, un viaje a España con 18 años recién cumplidos. No pasó por ningún equipo infantil, sino que llegó directamente a la cancha de los profesionales y sin el bagaje que da vivir el fútbol de club desde los primeros pininos.
“Jugaba en la calle, en mi pueblo, con la gente más grande, y hasta que fui a Sao Paulo no empecé a jugar en un equipo como profesional. Nunca estuve en el fútbol de base y esa formación es importante, por eso yo he hecho mal algunas cosas”, cuenta Diego Costa.
De ahí su carácter agresivo y su irreverencia en la cancha. Diego Costa es adorado por su lucha y porque jamás será pisoteado por sus rivales, claro, esa veneración viene solo de los hinchas de los equipos para los que juega. Los contrarios lo detestan, sus formas no gustan, pero la lucha está en sus genes, su forma de ser es parte imprescindible en lo que ha sido un camino de éxitos en el futbol profesional, también así es como consigue consigue algunos de sus goles, con la ferocidad a prueba de todo.
Cuando a Diego Costa le hierve la sangre en el campo.
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