Expedición Rosique: Fantasía y vanguardia
El epicentro del futbol está en París, luego que el PSG se haya convertido en una sensación de vanguardia
POR: ANTONIO ROSIQUE
Beckham, Zlatan, Di María, Draxler, Cavani, Neymar, Mbappé: los magos y aventureros de hoy. En esta época de capitalismo-ficción, el futbol cada día se parece más al País de Nunca Jamás, Oz o la Isla del Tesoro.
La producción de fantasías es un rasgo de nuestra época y Neymar es la última gran ilusión del futbol. Según el sociólogo Vicente Verdú, vivimos la era del “Capitalismo-ficción”, el cual tiene como objetivo producir “una segunda realidad o realidad de ficción (…) suscitar fantasías”.
Hubo un tiempo en que París era el centro del mundo. Músicos, pintores, escritores, artistas, confluyeron en la Ciudad Luz. Envejecía el siglo XIX. Resurgían los Juegos Olímpicos y la FIFA ya estaba en proyecto; el Moulin Rouge, Montmartre, o el Café Les Deux Magots eran los escenarios de este movimiento disruptivo. Triunfar en París era triunfar en el mundo.
Hoy la capital francesa agita de nuevo a Europa, pero ahora en el futbol. El fichaje de Neymar por el Paris Saint-Germain es una estruendosa confirmación de intenciones: un club gris hasta el inicio de esta década, ya lucha por la supremacía mundial.
Tras ganar cuatro de las últimas cinco ligas, Les Parisiens se han obsesionado con triunfar en Europa. Aunque la Champions League es una creación francesa, sólo un club galo la ha conquistado en 61 ediciones: el Olympique de Marsella (1993), y ninguno ha ganado la Europa League.
Francia ya se hartó de la mediocridad continental de sus clubes y se ha propuesto competir a lo grande. Los millones qataríes del PSG tienen competencia. El empresario estadounidense Frank McCourt, exdueño de los Dodgers de Los Ángeles, adquirió al Olympique de Marsella; el Mónaco está en poder del multimillonario ruso Dmitri Rybolovlev; mientras que el Niza fue adquirido por un consorcio chino-estadounidense.
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La Ligue 1 progresa a gran velocidad y Neymar “es la posibilidad de que la competición brille globalmente”, declaró Didier Quillot, director ejecutivo de la Ligue de Football Professionnel.
La oportunidad para el PSG es gigantesca. París es un gran mercado y era la única gran capital del mundo sin un equipo de futbol poderoso. Tras ser adquirido en 2011 por el consorcio qatarí QIA, el club comenzó una admirable transformación. Hoy, el club está usando la marca París, una capital aspiracional, como trampolín y trabaja para ser una de las 10 marcas deportivas más poderosas del mundo, ahí donde están Yankees, Real Madrid, Ferrari, etc. “El PSG sabe que el dinero no puede comprar prestigio o tradición, por lo que queremos ser el club número uno de la era digital”, dijo su gerente general Jean-Claude Blanc.
Neymar era la pieza que le faltaba al PSG para disparar su notoriedad global, asegura el New York Times: “tiene sólo 25 años. Su marca en redes sociales se percibe más orgánica que la de Cristiano, lo que le identifica como un millenial auténtico”. Junto a él juega una joven generación: Mbappé (19), el Rabiot (22), Draxler (24) y Verrati (25).
El PSG sigue las prácticas del Real Madrid, Manchester United o Barcelona: renovación de estadio, nuevos mercados, contratación de futbolistas top. El modelo de negocio es parecido al de Disney, que “utiliza a sus personajes para realizar contenidos audiovisuales, vender camisetas o parques temáticos”, comenta Ferran Soriano en su libro La pelota no entra por azar.
En 2010, el PSG no aparecía entre los 20 clubes que más dinero generaban en Europa. Pero el último reporte de Deloitte Football Money League 2017 ya lo colocó en el sexto puesto.
“Nuestro anhelo es que el PSG sea respetado en todo el mundo. Para conseguirlo, tenemos que ganar la Champions. Eso elevaría al club a otra dimensión”, declaró Nasser Al-Khelaifi, presidente del PSG.
Usando la fantasía para conquistar la mente de los fanáticos, el PSG ya logró que París sea otra vez el escenario de la vanguardia.