Miguel Layún, la roca de Julen Lopetegui
Su metamorfosis total ha provocado lo inimaginable con el Porto
En geología, la palabra roca es tan simple que se define como una combinación de varios minerales, producto de un proceso evolutivo. En general, están conformadas por mezclas heterogéneas de diversos materiales homogéneos y cristalinos, es decir, minerales. Estos suelen ser duros, pero también blandos, como ocurre en el caso de las rocas arcillosas o arenosas. En fin… Son la metamorfosis completa en este maravilloso planeta conocido como Tierra.
Con tal perspectiva, a Miguel Layún le queda de maravilla el sobrenombre de “roca”. Ese debería ser contemplado como su mote de ahora en adelante. El mundialista mexicano ha superado un sinfín de obstáculos para erigirse como el indiscutible que es hoy en el Porto de Julen Lopetegui. Es duro ante las críticas y blando en la relación día a día con sus compañeros, a quienes más que eso los convierte en amigos o en casos específicos casi hermanos. Pero si hay algo que pueda definir a Layún es la fórmula ineludible que ha aplicado para evolucionar en el hábitat más complejo, el del planeta futbol: esfuerzo, dedicación, trabajo y más trabajo.
Su primer contacto con la Primera División en México lo tuvo con el Veracruz. De carrera discreta y con tres años de aprendizaje, se robó todas las miradas y acaparó portadas al convertirse en el primer mexicano en jugar en la Serie A allá por septiembre del 2009.
“Representó mucho la posibilidad de ir a Italia”, confesó Layún a FIFA sobre su experiencia. “Era un sueño el poder estar allá. Me hizo valorar muchas cosas de México, pero sobre todo el poder tener la fortuna de cumplir un objetivo, de llegar con mucha ilusión y ganas de hacer las cosas bien”, abundó.
La aventura duró solo seis meses pero con tantas vivencias guardadas en la maleta, un poderoso e histórico del futbol mexicano le abrió las puertas para seguir en su evolución futbolística. Como todo niño Layún buscaba jugar en el equipo más popular del país, paso importante para representar en un combinado nacional a su país y después, culminar con un Mundial. En un momento eso parecía algo imposible para Miguel, pues a su llegada al Nido de Coapa la afición mostró su desaprobación al ‘flamante’ fichaje y se hizo sentir con el hashtag #TodoEsCulpaDeLayún.
“Son de esos momentos que más me van a ayudar en mi carrera”, reveló sobre esos instantes amargos pero que lo curtieron como una roca para valorar cada éxito y superar cada fracaso. “Tuve que esforzarme y exigirme al máximo para revertir esa situación. Muchas personas opinaban sin conocer y era difícil estar explicando y convenciendo a todos. La única manera de revertir eso era hablar en la cancha en vez de hablar en redes sociales”.
Para el 2013, Miguel Layún fue pieza clave en la épica final celebrada ante Cruz Azul. Un campeonato que parecía perdido fue rescatado de manera antológica con el tanto de Moisés Muñoz y luego el 19 del América puso el sello final desde los once pasos, con garra y con suerte, otorgándole una estrella más a la institución. Tan solo un año después se adueñó de un puesto en el once titular del Tri en el Mundial de Brasil y seis meses después levantaba otro título, esta vez como capitán. Derribó las críticas, se puso el traje de héroe y líder. Buscaba más metas y no tenía límites, lo siguiente: regresar a Europa, esta vez con el Watford y en una Segunda División.
Utilizó a los Hornets de nuevo como un trampolín. Ascendió a la Premier League y su debut fue insospechado: gol en su estreno, una historia maravillosa. Poco a poco sus minutos en cancha fueron disminuyendo y eso fue una noticia buena para él, contrario a lo pensado. En el día de cierre de transferencias, Miguel Layún alcanzó un acuerdo con el Porto, una situación fenomenal y tenía un as bajo la manga por enésima ocasión: el técnico, Julen Lopetegui, solicitó su fichaje, confiaba en sus virtudes y desafió a todos los incrédulos.
Con el Porto su accionar ha sido fantástico. Desde su llegada no se ha perdido ni un solo encuentro de Liga NOS, cinco de cinco (450 minutos disputados). En Copa disputó el único encuentro pactado hasta el momento, de nuevo participó los 90. En Champions no ha sido perfecta su línea en cuanto a minutos pero sí que ha brillado en sus dos encuentros completados, con par de asistencias a Aboubakar (una ante el Dinamo de Kiev y otra ante el Maccabi) además de sumar 10 minutos más ante el Chelsea. Layún tiene un plus, es un comodín que no reclama su disposición táctica. Como lateral por cualquiera de las bandas, como medio e inclusive como pívote se ha convertido en uno de los preferidos de Lopetegui. Los Dragones están maravillados con su accionar y ya buscan hacer válida su compra, cuanto antes será mejor. Es el hombre de hierro del equipo, una historia de éxito total basada en la lucha el no conformarse, en derribar cualquier clase de muro. Lo hizo esta semana, finiquitando el triunfo de su equipo y al mismo tiempo, estrenándose como goleador en Champions League.
Miguel cambió las crueles críticas del “Todo es culpa de Layún” para convertirse en el mexicano más habitual y de mejor accionar en su equipo del Viejo Continente. De hecho fue más allá, se convirtió en la roca de Julen Lopetegui y pieza indispensable de un Porto que ilusiona en todos los torneos de los que es partícipe.
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