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Riquelme, el último 10 de Argentina

Por: Staff FT 25 Jun 2015

Riquelme, el último 10 de Argentina

Recordamos al crack de Boca Juniors con una gran historia el día que cumple 37 primaveras

En un hospital de Buenos Aires, Jorge Cacho Riquel-me se veía inquieto la mañana del 24 de junio de 1978. Estaba a punto de convertirse en padre por primera vez y temía verse obligado a permanecer al lado de Ana María, su esposa, en el posparto, eso le haría perderse la final del Mundial de su país entre Argentina y Holanda, a disputarse al día siguiente.

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Como el alumbramiento ocurrió sin incidentes, Jorge decidió ir a disfrutar la final sin ningún remordimiento. “Mi viejo dejó a mi mamá en el hospital para irse a casa y ver el partido”, dijo tiempo después Juan Román, nacido un día antes de que la Albiceleste ganara la Copa Mundial por primera vez.

El pequeño Riquelme creció abrumado por el futbol en la villa Don Torcuato, ubicada al norte de la Gran Buenos Aires. “Mi viejo me ponía cerca de la tele para hacerme futbolero”. Lo consiguió, sin saber que criaba a quien es considerado el último 10 de Argentina.

El primer acercamiento de Román al futbol organizado fue en 1984, cuando Jorge Rodríguez -entrenador de un equipo de baby futbol- se lo llevó al Club Bella Vista y luego a La Carpita. En este último, Riquelme fue detectado por visores de Argentinos Juniors, club al que llegó en 1987 y del que se fue al cumplir 18 años. Al mismo tiempo, forjaba un profundo sentimiento por Boca Juniors: el padre de Emmanuel Ruiz, su compañero en el Bicho, los llevaba a La Bombonera a los partidos xeneizes.

Para entonces, el técnico del equipo bostero, Carlos Salvador Bilardo, se enteró de la exquisitez con la que Juan Román tocaba el balón con Argentinos y en septiembre de 1996 solicitó a Mauricio Macri, presidente del Club Atlético Boca Juniors, la compra del joven.

Riquelme1

Su amor eterno

Riquelme recordó que el primer día que se presentó a la disciplina boquense, su nuevo técnico le dio la bienvenida: “Fue un jueves. Bilardo caminó hacia mí y dijo: ‘a partir de hoy usted forma parte de nuestro equipo’”.

Y llegó para brillar desde su debut el 10 de noviembre de 1996. Ese día, en las gradas de La Bombonera se escuchó un cántico que decía: “¡Riqueelme, Riqueeeelme!”. Juan Román no anotó, pero tuvo buena participación en el 2-0 sobre Unión de Santa Fe.

Su primer gol en Primera División lo hizo dos semanas después. Con La Bombonera como escenario, Riquelme -con el número 8- sacó desde el semicírculo un zurdazo para el 6-0 sobre Huracán. Ese fue el inicio de los 92 tantos que hizo en 381 partidos oficiales de sus cuatro etapas en Boca.

En ese club Juan evolucionó: Bilardo y luego Héctor Veira lo ubicaron como volante central. Fue Carlos Bianchi quien lo ubicó en la posición ideal para que explotara su cadencia y visión para mover el balón, de hecho él le dio el 10. “Carlos fue el técnico que más me enseñó de futbol y de la vida”.

El Virrey habría de encumbrar al muchacho como ídolo boquense. “Cuando lo conocí era un chico con mucho por demostrar”, recordó Bianchi, quien estableció con el muchacho una relación paternal y muy ganadora.

A partir de 1998 y hasta 2001, el Boca Juniors de Bianchi y Riquelme ganó tres títulos de liga (Apertura 1998, Clausura 1999 y Apertura 2000) y dos Copas Libertadores (2000 y 2001). Cinco títulos aderezados por la Intercontinental que le fueron a ganar al Real Madrid en 2000 con una magistral actuación de Juan Román.

“Aquella vez Román mostró al mundo lo grande que era. Hizo un enorme futbol. Los volvió locos a todos”, rememoró Bianchi y remató: “Él siempre tuvo eso de jugar bien los partidos importantes”.

A sabiendas de que ya era un figurón, a los 22 años sintió que tenía bien merecida una mejora salarial. Por eso aquel 8 de abril de 2001 no se intimidó ante la figura del presidente Macri, a quien le había solicitado un considerable aumento en su sueldo de 5,800 dólares mensuales.

Como el dirigente no accedió a la petición, Riquelme -tras marcar el 2-0 en un Clásico ante River Plate en La Bombonera- pegó una carrera hasta el mediocampo, se dirigió al palco presidencial y colocó las manos detrás de sus orejas: quería escuchar si le mejoraría el contrato. Aunque más tarde, el enganche explicó algo distinto: “A mi hija le gusta Topo Gigio, así que se lo dediqué a ella”. De ahí empezaron a llamarle como el famoso ratón. Ese incidente provocó su primera salida del club en 2002, a pesar de todo lo que había ganado.

Vaivenes en Europa

Riquelme fue transferido al Barcelona por 13 millones de dólares en julio de 2002. Pero no era del agrado del técnico blaugrana Louis van Gaal, quien en alguna ocasión le hizo un serio reproche por una marcada carencia: “Riquelme, usted es el mejor jugador del mundo cuando tenemos la pelota, pero cuando la perdemos jugamos con uno menos”.

Es que Riquelme rechazaba apoyar en labores defensivas: “Cada quien su función. Yo no puedo jugar de arquero ni el arquero de medio”, argumentó el argentino que tampoco fue del agrado de Radomir Antic, a quien tuvo como técnico tras la partida del holandés en enero de 2003. “Román tiene decaimientos anímicos que repercuten en sus actuaciones”, opinó el serbio.

Meses después, a la llegada de Frank Rijkaard, Román fue cedido al Villarreal. En ese club vivió sus mejores momentos en Europa, al ganar la Copa Intertoto de 2004 y luego terminar en tercer lugar en la temporada 2004-05 de la liga española, en la que fue el Mejor Asistente (17).

Con Gigio como líder en el mediocampo, el Submarino Amarillo clasificó a la Champions League 2005-06. Llegaron a semifinales ante el Arsenal, pero perdieron 1-0 en el global, luego de que en la vuelta -disputada en El Madrigal el 25 de abril- Riquelme fallara un penalti en tiempo de compensación que hubiera enviado al alargue. Ante las críticas, Román se defendió: “No he matado a nadie. Solo erré un penal”.

En tanto daba buenas cuentas, el argentino disfrutaba de privilegios en el Villarreal. Cuando fue padre por tercera ocasión, en noviembre de 2006, le dieron 10 días para estar en Argentina con su recién nacida; contó un anónimo al interior del club: “A cualquier otro no lo hubieran dejado ir”.

Román tenía permitido estacionar su auto en un sitio distinto a sus compañeros, “en un lugar más cercano de las canchas de entrenamiento”, continuó el informante.

Esas concesiones parecían terminar en diciembre de 2006, para entonces Villarreal navegaba en la media tabla, por lo que la directiva dispuso -tras el descanso navideño- regresar a entrenar el 29 de ese mes y no hasta el 2 de enero de 2007, medida que no le agradó a nadie, mucho menos a Riquelme.

En medio del descontento, el Submarino perdió 4-1 en casa ante el Osasuna. Desde su platea, el presidente del club, Fernando Roig, vio apatía de algunos jugadores; uno de ellos: Román. Según el anónimo, el mensaje de Riquelme era: “Ustedes me quitan los privilegios, yo no les juego”.

Al terminar el partido, Manuel Pellegrini, el técnico del Villarreal, estalló contra Román: “Búscate otro club, creo que te debí echar antes”. Riquelme regresaba a Boca, pero se había convertido en ídolo en la historia del Submarino.

Ir y venir a Boca

Después de cinco años, Macri puso fin al exilio de Riquelme. Ante su complicada situación en el Villa-real, el presidente de Boca lo pidió en préstamo por cuatro meses y medio a razón de 2 millones de dólares. La operación se firmó el 12 de febrero de 2007. Hubo abrazos entre ellos. “Desde que salí de Boca no tuve la oportunidad de lograr un título de liga”, aseveró Gigio.

Riquelme guió al club a la conquista de la Copa Libertadores de ese 2007 con ocho goles, tres de ellos en la final ante Gremio para un global de 5-0 y terminó como el Mejor Jugador del torneo.

Se acabó el préstamo y el 10 volvió al Villarreal solo para estancarse. Por eso Boca decidió recomprarlo por 15 millones de dólares a pagar en cuatro años. Así comenzó otra época bostera para Román que estuvo a punto de ser redondeada con la Libertadores 2012.

Pero la gloria se le escapó a Román: no pudo ganar su cuarto título sudamericano, luego de que Boca fuera derrotado por Corinthians con global de 3-1. Esa final fue parte de la tercera etapa de Riquelme como xeneize, misma que estuvo marcada por conflictos con el técnico Julio César Falcioni. Tras la final del 4 de julio, Juan Román declaró: “No voy a continuar porque me siento vacío”.

Ocho meses después, en febrero de 2013, motivado porque Bianchi estaba en el banquillo, Riquelme inició una cuarta etapa en Boca que duró hasta julio de 2014.

¿Y el idilio con Boca?

En 2011 Juan Román fue inmortalizado con una estatua en el museo del club. “Si soy Riquelme es gracias a Boca”, acotó conmovido hasta las lágrimas ante el homenaje.

Gigio se despidió por última vez de Boca en 2014 y volvió a sus orígenes: Argentinos Juniors, para ayudar a regresar a Primera División. Una vez logrado el ascenso, el 25 de enero de 2015, se retiró por una razón: “No puedo usar otra camiseta que no sea la de Boca”.

“Tuve la suerte de jugar en el equipo del que soy hincha y ganar. Además formé parte del equipo más grande de la historia del club. Eso sí, ni loco jugaría en River Plate”.

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