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Sergio Egea: el abrazo del rival

Por: Staff FT 17 Mar 2016

Sergio Egea: el abrazo del rival

La pelota escribe historias entrañables a todos niveles

Las historias más conmovedoras del futbol no siempre se escriben en la parte en que los reflectores pegan con más fuerza, ni dentro del campo. Lejos de las marquesinas de la Primera División suceden también capítulos memorables.

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Las cantidades manejadas a esas alturas (sueldos, traspasos, audiencias) hacen que a veces perdamos de vista acciones menos relacionadas con lo comercial y mucho más con lo deportivo. Por eso, quizá, cuando te fijas más abajo, sacando del cuadro los elementos de negocio, es más fácil apreciar historias como la de Sergio Egea con Raúl Nieto, un aficionado del Zamora de España.

Rulo, como lo conocen sus amigos, tiene 18 años y vive en aquella localidad del oeste español, que limita con Portugal. “No es una ciudad futbolera que digamos”, me cuenta y explica: “Como en otras muchas ciudades de España, su gente presta más atención a los grandes: Real Madrid, Barcelona o Atleti. Yo digamos que soy bastante raro; tengo pocos amigos que sean del Zamora y los que son, son también de uno de esos grandes. Yo no. Yo soy sólo del equipo de mi ciudad”.

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El hecho de que juegue en divisiones inferiores no disminuye ni un poco el cariño que este chaval siente por sus colores; al contrario: aunque reconoce que le gustaría ver al Zamora en una liga mejor, encuentra el lado luminoso en su circunstancia: “En estas categorías los futbolistas son mucho más humildes, más cercanos. Tengo la suerte de ser amigo de todos mis ídolos”.

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Rulo con su ídolo, Nacho Matador, ex del Zamora y hoy con el Cultural Leonesa de segunda B

La otra gran ventaja tiene que ver con algo que sucede también en otros planos de la vida: quienes menos tienen, son a veces quienes más lo aprecian, por poco que sea: “En un club modesto, cada victoria se celebra como si fuese la última y eso se disfruta mucho más que si eres de un equipo como Madrid o Barça”. En una realidad futbolística como esta, pues, se valora todo. Incluido un abrazo del rival.

“No lo pases tan mal” | Sergio Egea es un viejo conocido del futbol mexicano. Fue auxiliar de Hugo Sánchez en el bicampeonato de los Pumas de la UNAM en 2004, en la Selección Mexicana y en el Almería; además, dirigió a Estudiantes Altamira en el Ascenso MX.

A mediados de 2014 se convirtió en DT del Oviedo, cuya afición es otra de esas muestras del amor a unos colores que el futbol en divisiones inferiores ofrece, según el argentino: “Todas las familias sienten el azul del equipo. Nace un bebé y a las dos horas es socio del Oviedo, con su camiseta. Es una cosa muy difícil de encontrar”.

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Eso, más su relación con Arturo Elías Ayub y Joaquín del Olmo -directivos del club a quienes conoció en Pumas- lo convenció: “Estoy encantado de dirigirlo e intentar cumplir el objetivo”. Ese objetivo era ascender de segunda b a segunda y lo consiguió para el curso 2015-16.

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Ya en segunda, el Oviedo pisa firme: tras 29 jornadas, es tercero, a tres puntos del ascenso directo y en la zona que le permitiría disputar el play-off para buscar subir a Primera. Pese a ello, el 14 de marzo Sergio Egea renunció a su cargo, por diferencias con algunos jugadores.

Su categoría se notó en su discurso de despedida: “He pasado 20 meses geniales, ante todo está la institución, por encima de las personas. Si un cuerpo técnico no suma, no tiene por qué restar”- Y en cómo la afición ovetense acudió a despedirlo al estadio, aplaudiéndolo y coreando su nombre desde la grada.

Lo más llamativo es que el reconocimiento le ha llegado incluso de quienes fueron sus rivales. En la fecha 34 de la temporada 2014-15, el Oviedo visitó al Zamora.

“Nos ganaron 1-4”, me dice Rulo y explica lo que el resultado significaba para cada bando: “Ellos prácticamente ganaban la liga y se acercaban el ascenso. Nosotros estábamos casi descendidos, algo que podía significar la muerte para el Zamora, puesto que en tercera división era inviable seguir”.

Zamora es quizá el único club en segunda B que no encarecía las entradas al estadio aprovechando la visita de la numerosa afición del Oviedo (3,000 o 4,000 seguidores en divisiones inferiores son muchísimos), lo que genera buena relación entre los seguidores de ambos clubes. Por ello, tras el juego, varios aficionados del Oviedo consolaron a Rulo, quien, afuera del estadio Ruta de Plata, cumplió con un ritual: “Si pierden, siempre me quedo a esperar a mis jugadores para darles ánimo; aquel día, como la situación era poco esperanzadora, tenía lágrimas en los ojos”.

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En esas estaba cuando apareció Egea, quien advirtió su tristeza: “Él sabía la situación del Zamora y en cuanto me vio hundido, se acercó a mí”. Lo que sucedió entonces se le quedó a Raúl muy grabado: “Sergio Egea me dijo: ‘Dame un abrazo y no lo pases tan mal. Ustedes nos ganaron en nuestra casa en la primera ronda de la competición, fueron el mejor equipo al que nos hemos enfrentado y van a salvarse’. No me conocía de nada, pero tuvo ese detalle conmigo”.

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El gesto del argentino aminoró un poco la tristeza de Rulo: “Me demostró que quedan personas muy nobles en este deporte tan maravilloso. Me saqué una foto con él, con los ojos llorosos aún y se fue”.

Tal como temía, el Zamora de Rulo descendió al final de aquella campaña. Sin embargo, de última hora encontró la forma de sobrevivir y hoy puede competir en tercera, como agradece este orgulloso aficionado: “con poca estabilidad, pero sobrevivimos”.

Quién sabe qué le depare el futuro inmediato al Zamora, si el Ruta de la Plata sea escenario de segunda B el próximo año, con Rulo en sus gradas, como cada partido; quién sabe cuál será la siguiente parada en el camino para Sergio Egea. Pero sin importar lo que suceda con ambos, sus historias son una muestra más de que el lado más emotivo del futbol late con fuerza sin importar qué tan lejos esté de la intensidad de los reflectores que apuntan a los torneos más espectaculares, ni de las cantidades multimillonarias que lo rodean.

Egea, Rulo, el Zamora y el Oviedo son una prueba más de que lejos de las alturas, el mundo del balón también emociona.

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