Sebastián Abreu, ¡un Loco que cumple 39 años!
Hemos armado un retrato del Loco, a partir de testimonios de quienes lo conocen bien
Más allá del largo listado de clubes a los que Sebastián Abreu ha defendido (20, en total), el uruguayo es uno de los personajes más atractivos que han jugado en México. Por eso hemos armado un retrato de este querido Loco, a partir de testimonios de quienes lo conocen bien.
Cuentan algunos periodistas mexicanos que estuvieron la noche del 2 de julio de 2010 en el estadio Soccer City de Johannesburgo que mientras el quinto lanzador uruguayo se preparaba para cobrar su penalti de la tanda ante Ghana, con el pase a semifinales en juego, un intenso rumor comenzó a correr en el palco de prensa… “Lo va a picar… lo va a picar…”.
Varios ocupantes de aquel balcón de medios habían sido testigos de los cobros al estilo Panenka de Washington Sebastián Abreu Gallo no siempre exitosos en la liga mexicana, así que presagiaban lo que al final sucedió: el 13 tomó vuelo y cuando llegó a la pelota le metió apenas un piquetito, suficiente para engañar al arquero que se venció a su derecha.
Sebastián Abreu es un Loco de resoluciones temerarias, sí, pero también de convicciones firmes: “Cuando adoptas una decisión, hay que morir con ella”, dijo cuando le preguntaron acerca de la atrevida forma que eligió para cobrar el contundente penal. Ojo: que nadie piense que un cobrador de Panenkazos es todo lo que Seba es. Es amante del candombe, ritmo y danzas de origen africano, cuyo amor le viene de las raíces de su padre, igual que su primer apodo, el Negro; un entusiasta del análisis táctico, consecuencia de los técnicos con quienes ha trabajado; y también un trotamundos, que ha jugado en clubes de ocho países, al que pintamos con testimonios de ex compañeros, un rival, un periodista y hasta un familiar.
Los penaltis a la panenka
Genialidad, extravagancia o locura. Llámela como quiera. Lo más probable es que cualquiera de las tres opciones sea adecuada. El hecho es que con esta jugada, el nombre de Sebastián Abreu resonó en todo el planeta futbol. Para quienes han visto al Loco defender la camiseta de alguno de sus clubes, observarlo picar un penalti no es sorprendente. Sin embargo, que lo hiciera jugándose el pase a semifinales del Mundial 2010 parecía irreal.
Para comprenderlo, hay que remontarse en el tiempo para escuchar a Rodrigo Lemos, ex compañero del Loco en la Celeste: “En 95 o 96 hicimos un par de viajes a China y Japón, para unos amistosos. Yo había pateado ya en Primera varios así y en el viaje bobeábamos con eso. Abreu le pateaba así al golero, Dante Siboldi, este se calentaba y como al Seba le encanta joder, le decía: ‘Si tenés manos de cocodrilo, no me atajás ninguno’”.
A partir de ahí, Sebastián Abreu incorporó aquello a su repertorio… y no siempre le salió bien.
En el Clausura 2004, con Tecos, peleaban por no descender. En la fecha 14 caían 1-2 con Toluca, el técnico Eduardo Acevedo se jugaba el puesto y faltando siete minutos para el final del duelo se marcó un penal a favor de los suyos. Hernán Cristante, portero rival, lo recuerda bien: “El Loco pidió cobrar. Yo había jugado contra él en Argentina; una personalidad como él, hace locuras cuando las cosas apremian más. Pensé que lo iba a picar, entonces fui y le dije: ‘Le vas a pegar fuerte como siempre’. Amagué que me iba a un lado, pero me quedé parado y la pelota llegó a mi panza, como que había tirado una hija mía”.
Pese a ello, Hernán reconoce: “El Loco es un tipo talentoso, te cambia los partidos. Ha metido muchos penales así”. El más recordado debe ser aquel en Sudáfrica, con el que ayudó a Uruguay a volver a una semifinal mundialista tras 40 años de espera.
Su visión táctica
Viendo el carácter festivo, su imagen relajada y lo espontáneo que puede ser, uno podría prejuzgarlo y creer que no le atrae la parte analítica del juego. Sería un error.
El periodista Martín del Palacio lo entrevistó en 2011 y destaca: “En situaciones futbolísticas, su visión era siempre táctica. Por ejemplo: ‘En el momento que yo sea entrenador valorizaré a los puntas clásicos, puedes modificar la cultura táctica hacia el rival y desconcentrar a la defensa. Se puede romper línea, por las bandas, y pivotear para que lleguen los mediocampistas de atrás’”.
Con esos conceptos, Del Palacio quiso saber si Sebastián Abreu quería dirigir y este fue tajante: “Lo tengo decidido hace muchos años. Estar con Pep (Guardiola) y Lillo en Dorados, donde las tertulias después de las concentraciones eran fenomenales, me dejó la vocación de entrenador. Aprendí de ellos, de Simeone, Pellegrini, Tabárez, Hugo de León”.
Locura de infancia
Abreu era inquieto desde chiquito. Su hermano Rodrigo comparte este relato de familia: “Cuando niños éramos muy humildes, los juguetes en nuestra casa eran pocos. Mis padres, oficiales de policía, acostumbraban dormir la siesta de 3 a 4 y dejaban su arma arriba del ropero, sin balas. Una tarde, Seba se hizo del revólver y salió a mostrárselo a los amigos, pero estos estaban durmiendo.
“Era la oportunidad de mostrar un ‘juguete’ único, inigualable, a alguien se lo tenía que enseñar; así que caminó dos cuadras hasta la casa de nuestra abuela materna, Chiquichi. Ella lo recibe muy gentil con los brazos abiertos, pero antes de llegar, él saca el revólver y le dice: ‘¡Pum, pum, Abu!’. A la pobre casi le da algo pero, gracias a Dios, quedó en una anécdota”.
Trastornos y obsesiones
Otro aspecto peculiar del charrúa son sus cábalas (tradiciones, les llama él). Lo confirma Víctor Gutiérrez, compañero suyo en Cruz Azul: “El Loco es un gran tipo, espontáneo. Como muestra, el festejo de un gol ante Chivas, con una máscara de calavera que se sacó del short”.
Víctor recuerda también: “No le gustaba que tocáramos sus tacos. A veces se enojaba y decía que no había marcado porque le habían agarrado los zapatos… De lo que más recuerdo, pasó antes de un juego en el estadio Azul. Se estaba vendando, subió un pie a la silla. Yo pasé atrás de él y, de broma, le agarré las nalgas; al rato, metió uno o dos goles. ¿Qué pasó? A los 15 días, otra vez en el Azul, antes del partido fue a mi lugar y ¡me dijo que le volviera a agarrar las nalgas!”.
Quizá la manía más grande de Sebastián Abreu es su obsesión por el 13, que él mismo explica: “Un día en un partido de Nacional vi a un jugador desfachatado con la 13, Fabián O’Neill, y me encantó. Uso el número para todo: cuando voy a comprar un auto, hablo con el de las placas y espero que llegue al 13. Incluso mis números de teléfono lo tienen”.
La fiesta le chifla
La Momia Lemos da fe del buen talante de Sebastián Abreu: “Es un Loco lindo, siempre divertido. Le encanta tocar el tambor. Es fanático del carnaval de Uruguay, que se hace en un barrio donde vivían en tiempos de antes los negros -que fueron quienes trajeron la música y danzas del candombe-. La gente ahí es de clase humilde, los edificios son antiguos y tienen balcón a la calle que alquilan a muy buen precio. Cuando Seba está en Uruguay siempre renta uno. Se transmite el desfile por televisión y lo filman a él con su familia”.
Ese gusto es familiar, por herencia del papá de Abreu, Washington Miguel, cuyas raíces son africanas; su hermano Rodrigo tiene incluso una agrupación de candombe, la comparsa Kilemba.
Bitácora del Loco
Sebastián Abreu le contó a Martín del Palacio que en Sudáfrica 2010 videograbó toda la aventura uruguaya: “Planeaba hacer un documental para sus hijos”.
El Loco dijo en otra ocasión: “Me gustaría mostrar a los aficionados lo que vive un jugador de futbol, porque muchas veces se nos ve como si fuéramos intocables. Quiero que vean cómo compartimos los mismos gustos de cualquier ciudadano”.
Además, el delantero charrúa lleva un registro personal de sus estadísticas: “Primero, para que el día de mañana mis hijos sepan qué hizo su padre y, después, es una forma de decir: ‘Esta ha sido mi trayectoria, esta es mi vigencia’”.
Texto de Eduardo Venegas