Los injustos parámetros del señor Lapuente
“Tiene los méritos para alzar la voz, pero usa parámetros desenfocados”
Injustas y desenfocadas me parecen las críticas que el señor Manuel Lapuente vertió hacia la que considera la peor Selección Mexicana de los últimos 25 años.
Son injustas porque los balances de ese tipo, lapidarios, se hacen al final y están desenfocadas porque de cara al inicio de una gestión y de un proceso eliminatorio no encontré en su discurso aportes constructivos que él, como pocos en este país, puede y debe ofrecer.
Por otro lado, en su severa crítica, el señor Lapuente puso como parámetros las selecciones que dirigieron Miguel Mejía Barón, Ricardo La Volpe y él mismo que, si bien tuvieron sus buenos y muy agradables momentos, como todas, también fallaron a la hora buena.
Me queda claro que el señor Lapuente tiene todos los méritos para alzar la voz y defender a la Selección Mexicana, pero en lo que no estoy de acuerdo es que, para criticar a la actual generación, ponga como parámetros dos momentos de su gestión que no representan todo lo que él presume.
Primero. Quiero decir que de los Mundiales que me ha tocado ver, el de 1998, cuando Manuel Lapuente fue nuestro seleccionador, es el que más me apasionó. Jamás se me va a olvidar la hombría que mostró su Tri para reaccionar contra Corea del Sur, Bélgica y Holanda.
Pero tampoco se me va olvidar que de todas nuestras eliminaciones en octavos de final, aquella selección nos obsequió la más frustrante. El señor Lapuente presume de haber tenido a Alemania en un puño, pero no fue capaz de rematarla. Al final, tras un par de errores vergonzosos en defensa, a México le hicieron falta los cinco centavos para el peso.
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En ese sentido y con la objetividad de los numeros, la actual generación, la que estuvo en el Mundial de Brasil no es ni más ni menos que las de Mejía Barón, Lapuente, Aguirre o La Volpe. Todas se quedaron en octavos de final.
Por cierto, que no se nos olvide que si el señor Lapuente nos llevó al Mundial de 1998 fue con una selección ya clasificada, y que hacia el de 2002 renunció nos dejó a medio camino quejándose del entorno.
Segundo. Manolo echa en cara que él y su generación de jugadores le dieron a México la Copa Confederaciones (primer trofeo que tuvimos avalado por FIFA).
Evidentemente esa Copa de 1999 vale para el palmarés y se agradece, pero hay que darle su justa dimensión porque esa Confederaciones tuvo todas las factores propicios para la coronación del Tri: Se jugó en México y los rivales a despachar en la primera fase fueron Arabia Saudita, Bolivia y Egipto. Nada para espantarse.
Luego se atravesaron Estados Unidos en la semifinal y Brasil en la final sin que ninguno de los dos se presentara como un gran obstáculo.
Aquel 4 de agosto de 1999, México le ganó la final a un Brasil que no fue el mismo monstruo que se coronó en la Copa América ¡sólo dos semanas atrás!
La Verdeamarelha campeona continental, que nos vacunó dos veces en Paraguay 1999, vino a México ya sin sus fenomenales laterales Cafú y Roberto Carlos, ni sus espectaculares goleadores Rivaldo y Ronaldo.
Por eso a México se le facilitó ganar la Confederaciones. Las cosas como son y no como nos gustaría que se hable de ellas.
¿Qué diría el señor Lapunte si la actual selección mexicana, la peor de la historia, ganara la próxima Confederaciones de manera similar a la de su Tri?