Borja: Un canto a Pumas y América
Un ídolo compartido entre acérrimos rivales
Enrique Borja tenía 23 años cuando el corazón se le quebró en dos partes a causa del futbol.
Él quería quedarse con sus Pumas, pero Pedro Andrade Pradillo, presidente de ese equipo, lo había vendido por 400 mil pesos al América.
Por su lado, Guillermo Cañedo, presidente del club crema, anunció y presumió la compra el 27 de marzo de 1969.
El joven delantero, caracterizado por su trato amable, se puso rebelde porque ni siquiera le habían consultado la transacción.
“Yo no soy un costal de papas”, dijo el goleador profundamente molesto. “Me vendieron como carne humana”, se quejó.
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Enrique radicalizó su postura. “Yo no me quiero ir de Pumas, ni por dinero ni por nada”, dijo con firmeza. Sus compañeros se solidarizaron con él, pero no se podía hacer nada pues el dinero ya había ingresado a las arcas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
La polémica se encendió tal grado que Gustavo Díaz Ordaz, el presidente de México tuvo que intervenir.
El mandatario no tenía facultad de dar marcha atrás a la compraventa del jugador, pero se comprometió con Borja a impulsar una iniciativa de ley que derivó en el derecho del futbolista a cobrar en México un porcentaje por su cesión entre clubes.
Del odio al amor
Borja debutó con el Club Universidad en 1964 a los 18 años de edad y ahí se mantuvo cinco años. No fue campeón, pero despuntó como goleador.
Con los Pumas le hizo un par de goles al América en un partido de Copa, el 12 de febrero de 1965.
Si bien ya había sido mundialista en 1966, Borja elevó exponencialmente su condición de ídolo tres años más tarde con su controversial pase al América.
Como americanista, Enrique Borja logró lo que no pudo conquistar con Pumas: Ser campeón de goleo. ¡Y lo hizo tres veces! ¡Y de manera consecutiva! (en 1970-71 con 20 goles, en 1971-72 con 26 y en 1972-73 con 24).
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Transformado en un americanista ejemplar, Borja anotó goles a raudales, muchos de ellos de manera inverosímil, pero pasó años sin poder embocar la pelota en el arco de sus amados Pumas. Llegó a fallar goles cantados ante los universitarios. “Volé pelotas solo y sin portero”, recuerda.
Sin experimentar esa sensación, a Enrique le llegó el momento de decidir el retiro en 1977.
El día elegido fue el 18 de septiembre de 1977. ¿El lugar? El estadio Azteca ¿Y el rival para el adiós? Por supuesto que Pumas.
Empezó el partido y Borja hizo el primer gol al minuto 1. Repitió al 22 con el 2-0. El juego terminó con un triunfo americanista por 4-2.
Para muchos, el adiós además de triste fue prematuro: Tenía apenas 31 años de edad.s
El día de su despedida en el estadio Azteca tocaron esta canción que habla de los amores de Enrique en el futbol.