La muerte de un joven ídolo Tuzo
Tenía solo 23 años cuando la muerte sorprendió a Pablo Hernán Gómez
Corría el minuto 80 del juego de Pachuca ante Irapuato correspondiente a la fecha 4 del Verano 2001. Los Tuzos ganaban 2-0 y el técnico Javier Aguirre decidió darle descanso a Pablo Hernán Gómez, quien momentos antes en la banda izquierda le había robado el balón a Isaac Terrazas; enseguida envió el centro al área que Samuel Mañez –portero fresero– no consiguió cortar, el esférico siguió su vuelo hasta encontrar la cabeza de Pedro Pineda para anotar el primero de los dos tantos que hizo ese día.
Estas fueron las últimas acciones que realizó Pablo Hernán Gómez sobre una cancha de futbol. Días después, el 29 de enero, el delantero argentino murió en un accidente automovilístico en el tramo Portezuelo-Huichapan de la carretera México-Juárez. Viajaba de Querétaro a Hidalgo, en compañía de su esposa Mónica, quien también falleció, y sus dos hijos de uno y tres años, ambos sobrevivieron.
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Pablo Hernán Gómez era un delantero desequilibrante que llegó al Morelia –proveniente de Boca Juniors– para el Verano 98, pero a la siguiente campaña emigró al Veracruz de la Primera División A, en donde estuvo dos campañas. Luego, para el Verano 99 Pachuca lo fichó a préstamo.
Para el Invierno 99, Pablo colaboró con 10 goles (seis en liguilla) y guió a los hidalguenses a la conquista de su primer título de liga, lo que motivó al Pachuca a comprarlo en definitiva. El calvo jugador disputaba su sexto torneo como Tuzo cuando perdió la vida a los 23 años, pero pese al poco tiempo, Pablo Hernán Gómez se convirtió en un ídolo del Pachuca.
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