Rafa Márquez: retrato de un ídolo a sus 38 años
Tres personajes clave en su historia nos ayudan a echar un vistazo al perfil del Káiser Zamorano.
En 1993, uno de los cerca de 110,000 habitantes de Zamora, Michoacán se marchó a Guadalajara para emprender un camino que lo llevaría a recorrer una extraordinaria ruta de desafíos, obstáculos y éxitos que ayudarían a redondear a uno de los futbolistas más brillantes que ha dado México.
Efraín Flores estaba en esa época a cargo de las fuerzas básicas del Atlas y recuerda la primera impresión que le causó Rafael Márquez: “Nos lo llevó el profesor Carlos Seville (qepd), director de la escuela donde estaba Rafa en Zamora. Tenía 14 años y desde el principio mostró que estaba por encima de un jugador de su edad; en lo deportivo, mental y académico. Fue un jugador precoz y seguro en sí mismo: siempre compitió una o dos categorías arriba de su edad y estaba seguro de que haría carrera”. Aquello se cumpliría de forma asombrosa.
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El arranque
Pablo Lavallén era titular en el Atlas cuando Márquez llegó al primer equipo en 1996 y compartió con él la central en su debut, el 19 de octubre ante Pumas. Así recuerda el argentino a Rafa: “Un jovencito muy tímido. Pensamos que venía sólo a entrenar un tiempito, porque se le veía muy endeble. Pero cuando lo vimos jugar, nos dimos cuenta que había subido para quedarse”.
Algo sobresalía, según Lavallén: “Su gran técnica, hacía un cambio de frente de 50 o 60 metros con la naturalidad de quien da un pase de 10 metros”. Sobre eso, Efraín señala: “Puedes encontrar un jugador que dé un pase de 20-30 metros con calidad, pero es muy difícil ver a alguien que lo haga desde 50 o 60 metros y Rafa desde muy chico podía”.
Ese rasgo lo reconoce también Claudio Suárez, compañero en la zaga y mentor de Márquez Álvarez cuando este inició en la selección mexicana: “Sus trazos eran tan precisos, que yo a veces le daba el balón y le decía: ‘Hay alguien abierto, ¡tírasela tú porque yo no la llego!’”. Claudio agrega: “Ya tenía buen resorte, saltaba en el momento adecuado para ganar. Claro que su paso por Europa lo pulió y mejoró su lectura táctica, pero lo otro ya lo tenía”.
En un momento crucial para ese salto a Europa, Claudio estuvo cerca de Rafa: “En la concentración de la Copa América del 99, en Asunción, Jorge Campos y yo nos lo encontramos en el elevador. Nos comentó que había una oportunidad de ir al extranjero, aún sin el convencimiento pleno; Campos le dijo algo como: ‘¡No seas güey!’ y lo aconsejamos: ‘¡Vete! Estás joven. Si no la haces, te regresas y no pasa nada’. No sé si influyó esto, pero tomó la decisión y como sabemos, todo salió bien”.
Consagrado
Márquez volvió a México en 2013, tras 13 años y medio entre Mónaco, Barcelona y Nueva York, para jugar con el León. “Muchos me decían que era su ocaso, que venía a refugiarse en México para despedirse, pero quedó campeón”, resalta Flores, que sigue en contacto constante con Rafa, a quien llama Flaco. “Todo lo que aprendió en Europa, no sólo a nivel de cancha, sino en metodología, liderazgo, administración… quiere ponerlo al servicio del futbol mexicano”.
Efraín dice que Márquez ha sido siempre congruente en su búsqueda por mejorar el futbol mexicano. “No lo hace ahora, por lo que ha logrado; a los 14-15 años cuando estaba en la casa club del Atlas, nos decía: “Falta tal cosa, profe… queremos hacer esto otro”. Claudio lo confirma: “En la Copa América 99 teníamos conflictos extra cancha. Se armó una grilla tremenda, amenazamos con no jugar la Confederaciones y llegaron los altos mandos de la Federación, empezaron con amenazas, pero el grupo no se arrugó, y nos sorprendió cuando Rafa, siendo tan joven, tuvo el valor de alzar la voz y no por resaltar, sino por el bien del grupo”.
Eso, según Claudio, comenzó a darle un lugar a Márquez en el Tri, que creció hasta tenerlo hoy como la máxima referencia: “Yo no estoy metido a fondo, pero sé que los compañeros lo respetan muchísimo y se le cuadran”.
Para rematar, Efraín Flores comparte una anécdota: “Desayunando hace poco en Guadalajara, me decía: ‘No sé qué hacer cuando termine, profe’. Mi sugerencia fue: ‘En cuanto te retires, tendrás toda la energía para ser entrenador; para ser directivo hay mucho más tiempo’. Si se decide, no tengo duda de que será un gran entrenador”.