A un Universitario espectacular le quedó grande la Final
La casa de Tigres fue rebasada por las exigencias de la afición y también de la prensa.
Sensacional y apasionado fue el ambiente que se vivió en la gran final del torneo Apertura 2016 del fútbol mexicano entre Tigres y América, sin embargo, el estadio Universitario fue rebasado por las exigencias de la afición y también de la prensa.
Las más de 40.000 localidades del inmueble prácticamente se llenaron desde una hora antes del juego y mucha gente se quedó en las inmediaciones sin conseguir boleto.
A los revendedores les vino bien esta final navideña al colocar los boletos para el partido en precios exorbitantes.
Por la mañana, aficionados americanistas volaron desde la Ciudad de México sin tener boleto en la mano, pero con la ilusión de poder conseguirlo en la reventa. Algunos de ellos dijeron tener 4,000 pesos de presupuesto, pero en el estadio se encontraron con que había boletos con precios de 5,000 y 6,000 pesos.
A fin de cuentas, se calcula que solo unos 300 americanistas (en el Azteca hubo unos 7.000 tigres) pudieron entrar en grupo al partido, opacados y silenciados por la apasionada afición felina.
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“Los dan re carísimos, están locos los revendedores”, dijo Iván, un conductor de Uber que, no obstante, encontró en la final su propio beneficio por las tarifas dinámicas que esperaba para antes y después del partido.
“Está garantizado que vamos a sacar entre 300 y 500 pesos por hora entre las 5:00 y las 11:00 por la final”, detalló el chofer quien por trabajar desde temprano en esta Navidad esperaba una ganancia libre de 2.500 pesos.
Ya en la final, el estadio fue escenario de un espectáculo audiovisual con banderas amarillas y azules, cánticos como la adaptación de ‘Hey Jude’ para André-Pierre Gignac, el ‘Oe oe oe oe’ para Nahuel Guzmán, además del vibrante grito de “Tigueres, Tigueres” y el show energético de los Libres y Lokos.
La nota desagradable se dio en la zona de prensa que resultó insuficiente para la cobertura de esta gran final. Varios medios de comunicación no tuvieron un lugar adecuado para la realización de sus labores; analistas como Roberto Gómez Junco y Mario Carrillo tuvieron que buscarse un lugar y varios reporteros hicieron su labor, literalmente, en los pasillos y escaleras.