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Alfredo Tena

Por: Staff FT 28 Sep 2016

Alfredo Tena

Fuerte, duro en la marca y poseedor de una entrega absoluta dentro y fuera del campo para honrar sus colores, es un líder y un estandarte de todo el americanismo.

Tenía ocho o nueve años Alfredo cuando dejó clara su pasión por el futbol. Los Tena Garduño se mudaron del Distrito Federal a Veracruz, donde don Luis, el padre de la familia, consiguió trabajo. Cuenta la madre que cierta vez, cuando se disponía a preparar un pastel, notó que faltaba la bolsa de harina que había sacado; al asomarse al jardín de la casa, descubrió a su hijo esparciéndola por el pasto, para delimitar su propia cancha.

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Su papá le inculcó el gusto por el deporte y lo apoyó cuando comenzó a jugar futbol en el Club Asturiano. Ahí, en el equipo Principado, lo descubrió José Antonio Roca –entonces técnico crema– quien era socio del club y tenía a unos sobrinos en el mismo equipo: “Seguido nos iba a ver y nos invitó a varios a probarnos en las fuerzas básicas del América”. Fue así como llegó al club, en 1974.

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Ídolos como compañeros

La lesión de uno de los defensas centrales titulares, Luis Miguel Barberena, y algunas suspensiones permitieron que Tena debutara en la zaga crema en el Campeón de Campeones, contra Cruz Azul, en 1974. “Yo tenía 17 años. Desgraciadamente, fue una derrota”.

Llegar al primer equipo le permitió ser compañero de sus ídolos: “Gente que yo admiraba: Enrique Borja, Carlos Reinoso, Paco Castrejón…”.

Pronto entendió lo que significaba ser americanista, por ellos y por la cercanía del presidente Guillermo Cañedo: “Él estaba siempre pendiente de los entrenamientos y no te saludaba diciéndote: ‘¿Cómo está, Alfredo?’, sino: ‘Hay que ganar’ y se te quedaba viendo medio feo”.

Eso fortaleció su convicción de entregarse sin restricciones por sus colores. Y no solo en los juegos, según lo recuerda Luis Roberto Alves Zague: “Era igual de intenso, ya sea en el entrenamiento más sencillo o en el partido más complicado”.

Tena recuerda que el técnico Raúl Cárdenas le dio regularidad y confianza: “Entre 1976 y 1980 me tuvo fe cuando yo aún estaba aprendiendo”.

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Luego, la fuerza con que peleaba cada balón, el coraje al defender su territorio y su liderazgo hicieron que en 1981, Carlos Reinoso –ya como director técnico– lo nombrara capitán, hecho que devino en su histórico apodo: Capitán Furia. Tena cuenta que ese mote se lo debe al cronista Enrique el Perro Bermúdez: “Aunque lo popularizó Fernando Schwartz”.

Tenía entonces la jerarquía necesaria para transmitir a las nuevas Águilas el evangelio del club –tal como en su momento él lo recibió de los antiguos profetas–. “El dicho ‘Predicar con el ejemplo’ es la mejor forma de resumir a Alfredo. Siempre demostró liderazgo y personalidad”, resalta Zague, su compañero entre 1986 y 1991, año en el que Tena dejó al equipo sin una despedida acorde a su trascendencia.

Capitán Furia es un apodo mítico y adecuado para el 4 americanista, pero por su forma de vivir el futbol, Alfredo Tena bien podría ser conocido como el Águila Ejemplar.

 

36 Clásicos disputó (solo lo supera Cristóbal Ortega, con 48). Del América-Chivas dice: “Jugar esos partidos fue una de mis motivaciones para llegar a primera”.

 

“No cualquiera puede jugar en el América: tienes que tener el cuero duro, la espalda ancha para poder hacerlo. A mí me podían salir bien o mal las cosas, pero la gente sabía que siempre me entregaba al máximo”
Alfredo Tena

 

Grandes momentos

Su primera liga

Contra Leones Negros de la Universidad de Guadalajara, en la final de la campaña 1975-76, ganó la primera de sus seis ligas con el América: “Jugué un ratito en la ida, en Guadalajara. Ser campeón a los 18 años fue algo muy bonito”.


En la final del Clásico

Ya como figura de las Águilas, jugó la final de 1983-84, contra Chivas. No solo era indiscutible en la alineación, sino que incluso marcó, de cabeza, el 2-0 en el partido de vuelta, que ayudó a los suyos a manejar el juego y a conquistar la primera de las cinco ligas ganadas en los años 80.

 

Gol de larga distancia

Marcó un golazo al Atlas con un tiro libre desde el mediocampo, en la fecha 5 de la temporada 1987-88. “Sabíamos que Celestino Morales jugaba adelantado en ese equipo de Reinoso, por eso lo intenté; si lo fallaba no pasaba nada porque íbamos ganando 2-0”.

 

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