El milagro de Moisés
El arquero Moisés Muñoz rescató al América y los guió al título
El Apertura 2011 fue vergonzoso para el América. En la fecha 9, tras caer 5-3 con Querétaro, el técnico Carlos Reinoso renunció. Lo sustituyó Alfredo Tena, quien hizo seis puntos en los últimos ocho juegos y el equipo acabó el torneo en penúltimo lugar.
Como consecuencia, el presidente Michel Bauer renunció y en su lugar llegó Ricardo Peláez, de cuya identificación con el club dudaba un sector de la afición porque, aunque nació como jugador ahí, se le recordaba más como Necaxista.
Las críticas aumentaron porque la primera decisión de Peláez fue destituir de sus cargos a Tena y al vicepresidente deportivo, Zague, ambos íconos americanistas. Pero Ricardo explicó: “Por el momento que vive América, hay que dejar de lado el americanismo”. La decisión no fue popular. Igual que la que tomó al elegir al nuevo entrenador.
Un Piojo en el Nido
La siguiente tarea fue elegir al DT. Y Peláez designó a uno que no tenía ningún título y que había sufrido un descenso con Veracruz: Miguel Herrera. No obstante, su estilo de juego ofensivo atrajo al América.
Sobre la oportunidad, Herrera afirmó:
“Me llega en un momento justo: el club tiene muchos problemas y yo, muchos deseos de ser la solución y demostrar que tengo capacidad de sobra”.
Desde ahí, Peláez comenzó a dar muestras de que lo suyo no era el populismo, sino el análisis y las decisiones meditadas, que acababan justificándose con resultados. Los primeros que dio el Piojo fueron alentadores: en sus dos primeros torneos, el equipo alcanzó las semifinales y para el tercero, el Clausura 2013, su equipo practicaba un estilo agradable, vertiginoso y productivo al ataque.
En el equipo destacaban el goleador Christian Benítez (qepd) y Rubens Sambueza, a quien Herrera había dirigido en Estudiantes; cuando llegó, para el Apertura 2012, fue cuestionado pero con sus actuaciones se convirtió en figura azulcrema.
Con ellos a la cabeza, América alcanzó la final del Clausura 2013 contra Cruz Azul. En la ida, cayó 1-0 y la vuelta inició de forma tenebrosa. El americanista Jesús Molina fue expulsado y luego los Celestes pusieron el global 2-0; todo antes de 20 minutos.
La suerte parecía echada; bajo un aguacero impresionante, la afición americanista comenzó a abandonar el Azteca antes del final del partido. Por ello muchos no presenciaron los dos goles que América marcó en los últimos dos minutos de juego para empatar el global.
El segundo cayó tras un remate del arquero Moisés Muñoz, que el Cruzazulino Alejandro Castro desvió para enviar el balón a la red y mandar el duelo a tiempos extra.
Ahí, la igualada se mantuvo, por lo que todo debió decidirse en penales. Dos fallas de Cruz Azul pusieron la mesa lista para que América concretara un regreso que fue más memorable porque el último penal lo cobró Miguel Layún, quien años antes había sido objeto de las burlas del Americanismo, pero esa noche selló el triunfo marcando el gol del título. El Piojo resumió aquella noche diciendo: “Ni Spielberg hubiera escrito esto”.