Desechable festejo del centenario americanista
Las Águilas culminaron con polémica los festejos por su Centenario
Con millares de cartoncillos amarillos –tal vez unos 80,000- y un show prefabricado y desechable, la directiva del América le puso fin a los desangelados festejos por el centenario del club.
Sin un partido de gala contra un rival internacional de gran categoría, la afición del América se tuvo que conformar con enfrentar al Tijuana en la celebración su primer siglo de existencia. Menos mal que los Xoloitzcuintles llegaron como líderes para darle un poco de atractivo a la histórica ocasión.
LEER MÁS: América cierra con victoria su Centenario
Los americanistas comenzaron a aparecer en las inmediaciones del estadio desde unas tres horas antes el juego. Querían fiesta. Llegaron cantando al estacionamiento del Azteca donde desplegaron la frase “centenario de leyenda” impresa en tres tramos de manta.
Cuando entraron al coloso se encontraron con el “genial y original” detalle que tuvo la directiva para la magna celebración: un cartoncillo amarillo en su butaca.
En un intento por hacer de la noche una velada memorable, la Monumental en la parte baja de la cabecera norte y otro nutrido grupo de americanistas en una tribuna más arriba y al costado desplegaron unas gigantescas mantas conmemorativas, más espectaculares por su tamaño que por sus diseños y sus obvios mensaje en ambas: “1916-2016”.
La de la Monu pretendió ser más categórica con la impresión de un águila no muy estética, la frase “Los 100 años del único grande” y la imagen de un personaje irreconocible gritando rodeado por una guirnalda.
Al minuto 35 de un partido en el que el América llegaba al área y no definía, la afición fue convocada por las pantallas a hacer lucir sus cartulinas amarillas. Entonces el Azteca se pintó de amarillo, pero no se formó ninguna imagen, ni un escudo o algo con motivos de fiesta como debió haber sido.
El festejo tuvo algunos matices de emotividad al medio tiempo con los reconocimientos a los grandes delanteros en la historia del América. La ovación más sonora y vibrante fue para Cuauhtémoc Blanco. Pero el Temo no asistió.
Tampoco asistieron Iván Zamorano ni Raúl Jiménez, pero ellos tuvieron la delicadeza de mandar un mensaje de felicitación en video.
Entre los reconocidos estuvieron auténticas leyendas vivientes: Eduardo González Palmer, Enrique Borja y la dinastía Alves: José y Luis Roberto -Zague y Zaguinho-. También asistió Salvador Cabañas, figura de la historia americanista reciente.
Mientras los grandes delanteros del América recibían sus reconocimientos, detrás de ellos se habían instalado unos instrumentos musicales que no generaban ninguna expectativa.
Con esos instrumentos, tal como se acostumbraba al medio tiempo de los juegos del América en los años 80, el partido tuvo su espectáculo. Una banda mundialmente desconocida llamada Matute “interpretó” lo que llamaron el “Himno del centenario”: un tema musical desechable, al más puro estilo de los artistas sintéticos que produce Televisa cotidianamente.
Claro está que los chicos de Matute interpretaron su canción con el recurso barato del play back, tal como lo hacían Los Joao o Las Tropicosas unos 30 años atrás.
De no haber sido por el gol de Michael Arroyo, el festejo del centenario habría terminado en hartazgo, así lo dejaron sentir los aficionados que hicieron de sus cartulinas amarillas unos aviones que lanzaron desde la tribuna tratando de hacerlos llegar hasta la cancha.
Algunos, los más románticos, se las llevaron a casa como recuerdo de que su América cumplió un siglo y como recordatorio de cómo no se debe celebrar un centenario.