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Ronaldo: poderoso, veloz, mortífero… ¡Increíble!

Por: Staff FT 29 Ene 2016

Ronaldo: poderoso, veloz, mortífero… ¡Increíble!

El astro brasileño cumple 39 años y, aunque ya colgó la camiseta, conserva la etiqueta de Fenómeno

Poderoso, veloz, decisivo, mortífero, increíble, son algunos de los calificativos que Ronaldo se ganó durante una carrera llena de éxitos, lesiones, sufrimientos, renacimiento y récords.

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La escena final de Toro Salvaje, (la película dirigida por Martin Scorsese y protagonizada por Robert De Niro) impacta por partida doble: por el infame epílogo de la carrera del boxeador Jake La Motta (alejado del cuadrilátero y convertido en variedad de cabaret), como por el estado físico al que el otrora poderoso pugilista queda reducido: tremendamente gordo, con el rostro hinchado, alejado por completo de la imagen del gran campeón que había sido. Un sentimiento similar producía la imagen de Ronaldo la tarde de aquel 14 de febrero de 2011, en el centro de entrenamientos del Corinthians.

El brasileño había convocado a una rueda de prensa ahí para oficializar un anuncio: “Hoy estoy cerrando mi carrera como jugador profesional”. La noticia había comenzado a circular días antes, pues él mismo había explicado a algunos medios: “Ya no puedo. Pienso una jugada pero ya no la ejecuto como quiero”.

Igual que la estampa de La Motta en el cierre de Toro Salvaje no caza con la del peleador duro y contundente de antaño, era difícil conciliar la imagen de aquel Ronaldo rechoncho sentado ahora frente al micrófono, con lágrimas corriéndole por las mejillas y la voz entrecortada, con la del delantero potente, veloz, mortífero, que durante tantos años había aterrorizado defensas rivales.

Aquel tipo obeso no podía ser el mismo que en su época de esplendor había sido una máquina de anotar, un mercenario del área que parecía construido con el propósito exclusivo de anidar la bola en las redes, capaz de conseguirlo sin importar cuántos rivales tuviera enfrente; rebasaba a uno por velocidad, dejaba sembrado a otro con un recorte, una bicicleta aquí, un regate acá, todo hasta plantarse frente al portero y entonces el gol. No por nada Jorge Valdano dijo alguna vez: “Cuando Ronaldo te ataca, es como si te atacara una manada de búfalos”.

Eso sí, potencia no era lo único que distinguía a R9; Ángel Cappa fue un poco más preciso: “Era un rinoceronte con habilidad”. El ejemplo perfecto lo había dado Ronnie casi 15 años antes de aquella triste conferencia de prensa.

El 12 de octubre de 1996, los asistentes al estadio Multiusos de San Lázaro, en Compostela, España, tuvieron el privilegio de presenciar en directo una de las jugadas más espectaculares en la historia del futbol. Al minuto 37 del Compostela-Barcelona, Ronaldo, entonces culé, bajó más allá del mediocampo, recuperó la pelota y comenzó luego un recorrido hacia el arco rival dejando rivales atrás a base de técnica, rapidez e intuición, hasta batir al meta con un derechazo raso. Bobby Robson, técnico blaugrana, reaccionó levantándose de su asiento y llevándose las manos a la cabeza, incrédulo de lo que acababa de ver. “Ronaldo es como Pelé de joven”, dijo el entrenador tras el juego.

Aquella jugada fue tan fantástica que Nike la convirtió en un comercial en el que se insinuaba que Ronaldo había pedido a los dioses del futbol que lo convirtieran en el mejor jugador del mundo. Y considerando lo vertiginoso que el ascenso del carioca había sido, podría pensarse que era cierto.

Despega R9

La parte final de la década de los 80 fue una época difícil para Sonia Nazario. En 1987, se había separado de su esposo Nélio, y trabajaba más de 12 horas entre pizzerías y supermercados para mantener a sus tres hijos: Nelinho, Ione y Ronaldo. Para colmo, este último hacía las cosas más complicadas, pues se escapaba constantemente de la escuela para irse a las calles del barrio Bento Ribeiro a jugar futbol, como años más tarde contaría Sonia, quien no estaba de acuerdo con que su hijo diera tan poca importancia a sus estudios: “No podía aceptar el hecho de que solo jugara futbol, ¿qué clase de futuro tendría así?”.

Para preocupación de Sonia, el talento del garoto atrajo al club de futbol de salón Valqueire, donde empezó a jugar de portero, hasta que, conociendo su reputación de buen goleador, el técnico lo puso como delantero en un duelo que su escuadra terminó ganando 5-4, con cuatro tantos de Ronaldo. Aquello llamó la atención de un equipo más grande, el Social Ramos, donde el muchacho confirmó su condición de romperredes. Animado por ello, trató de dar el salto al futbol soccer y se fue a probar al Flamengo, cuadro donde brillaba su ídolo, Zico.

Aquella experiencia resultó agridulce, pues aunque su talento fue suficiente para que le dijeran “vuelve mañana”, no tenía el dinero suficiente para pagar el camión al día siguiente y ya no regresó. En vez de eso, fue a parar a las categorías infantiles del Sao Cristóvao. Era 1990 cuando llegó ahí y tras un par de temporadas, su fama como goleador llegó a oídos de un par de empresarios: Reinaldo Pitta y Alexandre Martins, quienes aconsejados por el ex astro brasileño Jairzinho pagaron 7 mil 500 euros por losderechos del chico al Sao Cristóvao, donde siguió jugando hasta 1993, cuando inició su relación con la selección.

Ronaldo Cruzeiro

Ronnie fue convocado a la Sub-17 para disputar el Sudamericano de ese año y aunque la Canarinha no calificó al Mundial (terminó en cuarto sitio), él logró dos cosas: su primer título de goleo (ocho tantos) y su fichaje por Cruzeiro. Su progreso en este club fue tal que en diciembre de 1993, cuando tenía 17 años, recibió su primer llamado a la Selecao mayor, para un amistoso ante Argentina, y al año siguiente se metió en la lista para el que sería su primer Mundial: Estados Unidos 1994.

Pese a que en aquel torneo no jugó un solo minuto, el mismo Ronaldo ha señalado lo importante que resultó para él asistir: “Ver a jugadores como Romário y Bebeto fue determinante para mí. Aprender cómo se entrenaban y concentraban”. La experiencia de Ronaldo Luiz, como se le conocía entonces, fue coronada con la obtención de la Copa por Brasil. En los siguientes cuatro años, el carioca iría cobrando más protagonismo, hasta convertirse en la figura del Scratch do Oro que acudiría a Francia. Y para lograrlo, Ronnie tuvo que dar el salto a las ligas de Europa.

ronaldo-psv

El Fenómeno

Luego del Mundial en Estados Unidos, el PSV pagó seis millones de euros por Ronaldo, que se fue a vivir a Eindhoven con su madre, en un departamento que el club le dio. Pese a que nunca aprendió holandés y el clima de la ciudad no le gustaba, fue goleador de la liga con 30 tantos en el ciclo 1994-95. Sin embargo, las cosas se enfriaron más cuando Dick Advocaat llegó en el 95. El entrenador consideraba a Ronaldo (quien al final seguía siendo un chico de 18 años) “inmaduro”, y al año siguiente, cuando el delantero disputaba con Brasil los Olímpicos de Atlanta, cumplió un sueño. “Jugaría gratis en el Barcelona”, había dicho, y en Miami, en la concentración de la Canarinha, firmó el convenio que lo llevó a Cataluña.

Además de dejar estampas como la de aquel gol contra el Compostela, Ronaldo fue Pichichi de la campaña 1996-97, la única que pasó en el Camp Nou. Pese a que era feliz ahí, tanto fuera como dentro del campo, sus agentes no llegaron a un acuerdo con el Barça, y el Inter de Milán aprovechó para llevarse al que para entonces era ya reconocido como el mejor delantero del mundo, por 24 millones de euros.

El valor comercial del brasileño aumentaba al mismo tiempo que su popularidad como figura de la Canarinha. El mismo año que se fue al Inter, Ronaldo conquistó con su selección la Copa América y la Confederaciones, formando con Romario una dupla que la prensa llamó Ro-Ro. La experiencia de O Baixinho y el vigor de Ronnie prometían buenas cosas para el Mundial de 1998 y Brasil era el candidato natural para llevarse la Copa.

Sin embargo, Romario fue cortado de la lista final para el torneo por una lesión, y el principal peso ofensivo del Scratch do Oro recayó entonces sobre R9, quien debutó en Copas del Mundo en Francia. Aunque en fase de grupos sólo marcó una vez, ante Marruecos, en octavos le clavó un doblete a Chile e hizo uno más en la semifinal contra Holanda. Tras un duro encuentro, con penales incluidos, Brasil logró el pase a la Final, y pese a que enfrentaría a los locales, partió como favorito. Lo que sucedió ese día antes del duelo sigue siendo un misterio.

En Francia 98, Ronaldo tenía 21 años. Seguía siendo muy joven, pero ya cargaba en sus espaldas con la responsabilidad de ser la máxima figura de su selección y con las expectativas del planeta del futbol, que esperaba verlo coronado levantando el trofeo de aquella Copa. Además, era la imagen de marcas como Nike, que tenían puestas en él muchas esperanzas de éxito económico. Aunque antes del torneo él había asegurado: “Trato de estar calmado y olvidarme de toda la presión fuera del futbol”, lo cierto es que no podía apartarla del todo.

Aunque nunca pudo comprobarse, quizá esa presión causó el drama ocurrido horas antes de la Final. Su compañero de cuarto, Roberto Carlos, salió despavorido gritando por el pasillo: “¡Ronaldo se muere!”. Al mismo tiempo, el delantero se convulsionaba sobre su cama, con los ojos en blanco y babeando. Lo que pasó después es todavía confuso. Los médicos de la Selecao admitirían luego que la participación del jugador en la Final no había sido prudente, pero no la impidieron. Zico, auxiliar entonces del técnico brasileño Mario Lobo Zagallo, se pronunció en la misma línea… el hecho es que Ronaldo apareció en la alineación de Brasil, si bien en el campo fue un espectro que no pudo impedir la caída de los suyos por 3-0.

Ronaldo 98

Zagallo se responsabilizó por la inclusión de Ronnie en el juego, aunque los rumores indicaban que Nike había presionado a la Confederación Brasileña para que el astro jugara. La empresa lo negó, afirmando que la decisión había sido del propio jugador y su técnico, pero el halo de misterio nunca desapareció del todo. Así culminó la primera participación activa de R9 en un Mundial. Pero tendría revancha.

Resurrección

La derrota en Francia fue el inicio de una época obscura para Ronaldo. Aunque en 1999 conquistó su segunda Copa América, en la que además fue Campeón de goleo con cinco tantos, en noviembre de ese año sufrió una lesión en la rodilla derecha que lo dejó fuera de las canchas hasta abril del año siguiente… pero cuando volvió, las cosas sólo empeoraron: en el mismo partido de su vuelta, en un duelo de Copa con el Inter, su rodilla se trabó y se despedazó por completo. “¡Es igual que la otra vez!” lloraba mientras yacía tirado en el suelo, presintiendo lo que vendría.

Sin embargo, el Fenómeno demostró entonces que además de un talento nato para hacer goles, tenía una voluntad inmensa. Aunque tuvo que esperar 15 meses, y contra los pronósticos de que no volvería a jugar, volvió a las canchas, y lo hizo justo a tiempo para que Luiz Felipe Scolari lo incluyera en el grupo que iría a Corea-Japón 2002, el tercer Mundial de Ronnie.

La preocupación en Brasil era que el atacante no estuviera en forma, luego de tanta inactividad, como recuerda Scolari: “Dijeron que no debía llevarlo, que no estaría en plenitud física ni futbolística”. Pero Felipao tenía un argumento suficiente para incluir al 9 en su equipo: “Podía meter goles con los ojos cerrados”. Ronaldo dio fe de ello en el torneo, en el que se consagró líder de goleo con ocho conquistas, dos de ellas en la Final ante Alemania.

Ronaldo 2002

Si cuatro años antes el Fenómeno había faltado a la cita decisiva, en 2002 pagó con creces. Esa noche en Yokohama no solo marcó un doblete, sino que le gritó al mundo que seguía vivo. Lo hizo tras el 2-0, con una enorme sonrisa y los brazos abiertos, como para recibir de vuelta la gloria que las lesiones habían querido quitarle, sin éxito.

Y no sería esa la última huella que Ronnie dejaría en la historia de las Copas del Mundo. En 2006, ya como parte del Real Madrid (club con el que había vuelto a ganar un Pichichi y por fin había conquistado una liga europea), R9 se preparaba para vivir su cuarto Mundial. No estaba libre de críticas. Ahora, se decía que estaba gordo. Pero lejos de preocuparse por las críticas, él era optimista. En una entrevista en mayo de ese año confesó que lo que más le preguntaba la gente era si Brasil ganaría la Copa: “Yo les respondo que sí”.

No pudo cumplir esa promesa, pues un viejo fantasma, el de Francia, se apareció en el camino de la Verdeamarelha en cuartos y la eliminó. Pero aún con esa pena, Ronnie tuvo tiempo de grabar su nombre con más profundidad en la leyenda de los Mundiales.

Dos tantos contra Japón en fase de grupos (el primero de ellos de cabeza, un recurso que no usaba mucho para anotar, pues, según decía, prefería “usarla para pensar”) y uno ante Ghana en octavos convirtieron a Ronaldo en el máximo goleador en Copas del Mundo, con 15 tantos (tiempo después fue superado por el alemán Miroslav Klose). Y el número 15 mostró también uno de los recursos que mejor explotaba el Fenómeno: una bicicleta que mandó al portero a su derecha y permitió al carioca clavarse a la izquierda solo, listo para enviar la pelota suavemente al arco abierto. Esa fue la última imagen de gloria que dejó el 9 más peligroso en la historia del Mundial.

“No puedo más”

Tras la Copa de 2006, Ronaldo dejó al Madrid y se fue al Milán, donde las lesiones mermaron su actividad. En 2008, su rodilla izquierda reventó y lo dejó fuera de circulación otra vez. A finales de ese año, se despidió de Europa y regresó a Brasil con el Corinthians. Su sobrepeso era cada vez más evidente y en 2011, en la conferencia en la que anunció su adiós, reveló que en Milán había descubierto el por qué: “Sufro hipotiroidismo y para combatirlo tendría que tomar sustancias prohibidas en el futbol”.

Ronaldo y Roberto Carlos

Las palabras salían con tristeza, acompañadas de sus lágrimas. “Es muy duro abandonar algo que me hizo tan feliz, que tanto amé y con lo que quería seguir, porque psicológicamente quiero hacerlo, pero tengo que asumir algunas derrotas. Perdí contra mi cuerpo”. Se había levantado otras veces, pero había llegado el punto en que su cuerpo canalla se convirtió en su verdugo. Pero no fue una derrota absoluta. No. Pese a que detrás de aquel escritorio se veía a un tipo de rostro redondo, obeso, la estampa que quedó en el imaginario colectivo del balompié es la de aquella manada de búfalos disfrazada de un solo hombre, potente pero grácil, capaz de deshacerse de cuantos adversarios fuera necesario para cumplir con su misión: el gol.

Ni el tiempo ni el sobrepeso podrían derrotar a aquel portento conocido como Ronaldo. Qué Fenómeno era…

Revista Futbol Total Agosto 2013

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